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Millones de jóvenes cada año migran del campo a la ciudad en búsqueda de oportunidades, en el caso de la familia Linares Bohórquez, este fue el comienzo de una historia de emprendimiento y superación.
Manuel Darío, un campesino de pura cepa y experto en el arte de la molienda, recuerda con orgullo el día que sus hijas Jenny y Margaret se fueron a Bogotá para estudiar en la universidad, un logro que vive como propio, pues él no contó con esa fortuna.
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“Para mí ser campesino significa todo, es un orgullo porque al principio cuando joven uno quería estudiar, y entré a la escuela y salí de la escuela con la ilusión de que quería ser ingeniero civil y no se pudo. La universidad de la vida lo es todo, lo que pasa es que, la vida son oportunidades, y uno tiene que agarrar esas oportunidades“.
Jenny y Margaret fusionaron en un solo emprendimiento el saber empírico de Manuel Darío, con la formación profesional adquirida por ellas en las facultades de ingeniería y negocios internacionales, idea que con el paso de los años le dio vida a Tropipanela.
Con el propósito de seguir abriendo puertas, la familia participó en la Feria de la Panela, evento insignia en Villeta – Cundinamarca que recibe cada año a productores y compradores del producto, donde además de cerrar varios negocios, conocieron al que desde ese momento se convertiría en su gran aliado:
Actualmente, Tropipanela hace parte del programa de Bienestar Rural de
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En el municipio de Guaduas, la vereda Lajitas ha sido testigo del crecimiento de Tropipanela, que emplea a más de 30 personas de la zona y provee mensualmente a
Ahora, Manuel Darío habla como todo un experto graduado de la universidad de la vida, donde adquirió el conocimiento y la sabiduría necesaria para creer en el campo y permanecer en este con su familia, sembrando un mejor futuro para el país.
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