No eran inocentadas a pesar de tener condiciones para serlo. Hacer la lista de barbaridades de nuestros gobernantes da para declararla celebración diaria, con toda su carga de drama e irreversibilidad.
Perdido el miedo al escarnio siguen tan tercos como campantes con sus ideas que hubiesen dejado sin discurso al eterno y ese sí inocente candidato Goyeneche.