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Los museos juegan un papel importante en la preservación y divulgación del patrimonio cultural e histórico de un país. Son custodios de obras de arte, artefactos antiguos y ejemplos de biodiversidad, entre otros invaluables tesoros, proporcionando así una perspectiva del pasado y reflejando la diversidad contemporánea. Estas instituciones culturales no solamente salvaguardan la memoria colectiva, sino que incentivan el respeto y el reconocimiento por diversas culturas e identidades.
Recientemente, las autoridades peruanas han intensificado sus esfuerzos para preservar nuestra cultura. Un claro ejemplo de ello es la creación del Museo Nacional del Perú, inaugurado el 24 de julio de 2021, coincidiendo con las celebraciones del Bicentenario de la Independencia del Perú. Este hecho subraya el compromiso del país con la protección y promoción de su rico legado cultural e histórico para las futuras generaciones.
La idea de crear un Museo Nacional no es reciente, remontándose a la época de José de San Martín, quien ya albergaba este anhelo. Sin embargo, su implementación inicial enfrentó ciertas limitaciones. Teresa Arias y Daniel Contreras detallan este hecho en su libro. “Solo para curiosos. Origen de los museos en el Perú”.
“El origen de los museos en el Perú es la puesta en funcionamiento de una maquinaria impulsada por una cadena de personajes vinculados directamente con la causa independentista”, se lee en el material impreso.
Antes de la llegada de los libertadores, las cerámicas, textiles, joyas y objetos ceremoniales de civilizaciones antiguas como la Inca, Moche, Nazca y Chavín no recibían la importancia que merecían. Ni siquiera existía interés en albergarlos en un museo dedicado a estos temas. Los investigadores señalaron lo siguiente:
“Julio C. Tello y Toribio Mejía Xesspe consideraron ‘superficial’ y escaso el estudio e interés por las antigüedades durante los siglos XVI y XVIII (…) Francisco de Toledo, quien plantea al rey Felipe II la necesidad de formar un museo en la recámara real ‘impresionado por la contemplación de los edificios monumentales dejados por los incas’”.
Esta indiferencia tuvo repercusión en criollos y mestizos, quienes no mostraban interés por su propia cultura. Durante el virreinato, solo unos cuantos limeños eran conscientes de la existencia de gabinetes donde se acumulaban objetos diversos que incluían misceláneas, ‘antigüedades’, fenómenos naturales, pinturas, esculturas, fósiles, libros, entre otros. Todos estos objetos estaban reunidos en un mismo lugar.
Este panorama cambió luego de la declaración de independencia del Perú en 1821. Este hito histórico marcó el fin de la negligencia de las autoridades en preservar objetos valiosos. Según el arqueólogo Roger Ravines, los españoles no mostraban interés por “las antigüedades, animales, plantas, minerales o curiosidades de la naturaleza como objetos de instrucción pública”.
Este panorama cambió cuando se creó la nación peruana. “Ha llegado el tiempo de aplicar a un uso nacional todo lo que nuestro suelo produzca de exquisito en los tres reinos de la naturaleza”, dijo José de San Martín. Cabe señalar que esta cita fue extraída del libro “Solo para curiosos. Origen de los museos en el Perú”.
En este manuscrito también se puede leer la opinión de José Bernardo de Tagle y Bernardo de Monteagudo, importantes funcionarios del gobierno de San Martín: “Con dolor se han visto hasta aquí vender objetos inapreciables y llevarse a donde es conocido su valor, privándonos de la ventaja de poseer lo nuestro”.
Ante este panorama desolador, se prohibió la extracción de tejidos, obras antiguas de alfarería, y demás objetos que se encuentren en las huacas. De no cumplir con esta norma, el infractor tenía que pagar mil pesos de multa.
“(…) Y sobre todo, aquel documento aprobado por San Martín demandaba crear las infraestructuras necesarias para su cuidado y preservación: el Museo Nacional peruano. Para Tello y Mejía, es Monteagudo, interesantísimo personaje detrás de San Martín, el promotor tanto para la creación del Museo como de la tan esperada Biblioteca Nacional”, señalaron Teresa Arias y Daniel Contreras.
Para juntar piezas valiosas, las autoridades de ese entonces pidieron a los peruanos la donación de objetos preciados. Los investigadores señalaron que en la circular emitida el 8 de abril de 1826 se precisaba lo que se tenía que reunir: “Las rarezas naturales que posean , en el orden de los minerales, cuadrúpedos vivos o disecados , especímenes marinos y fauna en todos sus tipos, sin dejar de lado a los tejidos y preciosidades extraídas de las huacas “.
Esta política no tuvo buenos resultados. Prueba de ello es la ínfima colección que se podía apreciar en el Museo Nacional. “La primera pieza arqueológica ingresada al catálogo del Museo Nacional, en julio de 1829, fue un topayauri o Cetro de los Incas obsequiado por el presidente, general José de La Mar, al entonces director Francisco Barrera. El viajero Charles Samuel Stewart la observó aquel año: ‘Entre los artículos aborígenes de curiosidad está el cetro de los incas y una variedad de agradables y curiosamente modeladas garrafas y vasos, algunos ornamentados con oro, probando la habilidad y el logro de los primitivos habitantes en la manufactura de sus artículos’”, se lee en el manuscrito consultado.
Flora Tristán también contó su experiencia al visitar el Museo Nacional en 1834. “Lo que encontré de más curioso fue una gran variedad de vasos antiguos usados por los incas (…) No hay en aquel museo , en materia de cuadros, sino tres o cuatro miserables mamarrachos , ni siquiera extendidos sobre un bastidor. No hay ninguna estatua. (…) El señor Rivero, hombre instruido que ha vivido en Francia, es el fundador de este museo. Hace todo cuanto puede por enriquecerlo, pero no se ve secundado por nadie. La república no concede fondos para este objeto”, se lee en el libro “Peregrinaciones de una paria”.
Habiendo mencionado esto, es pertinente reflexionar sobre la importancia de la política para preservar el patrimonio de la nación. Si José de San Martín no hubiera tomado la iniciativa de crear un museo nacional, valiosísimas piezas arqueológicas se habrían perdido. Los museos en el Perú son fundamentales para la conservación y promoción de su amplio legado histórico y cultural.