Reducir la jornada semanal de trabajo puede tener un efecto en la productividad de los trabajadores. Al menos así lo han evidenciado algunas naciones que han puesto a prueba esta metodología en un intento por mejorar las condiciones laborales y el desempeño.
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Tal es el caso de Islandia. El país europeo presentó los resultados de un estudio realizado entre 2020 y 2022 en el que se decidió implementar una semana de trabajo más corta sin alterar los salarios de los empleados.
Durante ese periodo, el 51% de los empleados en el país habían aceptado la oferta de jornadas laborales más cortas, incluida una semana de cuatro días. De esa cifra, un 97% pensaba que la reducción de las horas de trabajo había facilitado el equilibrio entre el trabajo y la vida privada.
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El 42% de los que adoptaron un horario laboral más corto también manifestaron que ello había disminuido sus niveles de estrés.
El estudio además evidencia el impacto que la generalización de los horarios de trabajo más cortos tuvo, no solo en los acuerdos posteriores que se implementaron, sino también en la economía y el mercado laboral islandés. Pese a los resultados positivos, el reporte también mostró las áreas de mejora.
En ese sentido, el informe señala que se debe pensar cómo hacer esa implementación en el sector privado, en las industrias que requieren de jornadas laborales más extensas y en los sectores de la salud y educación.
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