El trabajo de cuidado y las labores domésticas representan una parte esencial de la economía, aunque no siempre sean reconocidas en términos financieros, puesto que si bien en el país hay mucha productividad, más de la mitad de esta fuerza laboral no percibe ingresos efectivos que ayuden a mejorar su calidad de vida.
Así quedó claro en la consolidación de datos que presentó la semana pasada el Dane, en el marco de las cuentas nacionales para la economía del cuidado, donde se observa que más del 40% de lo que se trabaja corresponde a labores domésticas y de cuidado no remunerado, dejando a las mujeres como las más afectadas.
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Para llegar a este balance, lo primero que cuenta la autoridad estadística es que el total de puestos de Trabajo Equivalente a Tiempo Completo (TETC) ascienden a 38,5 millones para el período 2022-2023, que es el último que se ha medido. Dicho de forma simple, esto hace referencia al número de personas en el país que trabajan ocho horas al día o más.
“El 52,8% corresponde a los puestos de TETC generados dentro de la frontera de producción del Sistema de Cuentas Nacionales (SCN), mientras que el restante 47,2% corresponde a los que se dedicaron a Trabajo Doméstico y de Cuidado no Remunerado (TDCNR)”, reportó el Dane en sus cuentas.
Trabajo doméstico.
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Si bien estas actividades permiten el funcionamiento de los hogares y sostienen el bienestar de la población, su valor sigue sin ser plenamente incorporado en las cuentas nacionales y la distribución desigual de estas responsabilidades impacta especialmente a las mujeres, quienes participaron con el 57,1% del total del trabajo a tiempo completo y los hombres con el 42,9%.
Adentrándose en los datos, el Dane informó que para el lapso medido se dedicaron en promedio 96.148 millones de horas anuales a trabajar tanto en actividades dentro de la frontera de producción del Sistema del Cuidado Nacional como en actividades de trabajo no remunerado, ya fuese doméstico o de labores del cuidado.
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“Del total de horas trabajadas, las mujeres aportaron 54.902 millones de horas, mientras que los hombres participaron con 41.245 millones de horas dedicadas a trabajar. Del total de horas promedio anuales trabajadas por las mujeres en el periodo 2022-2023 que corresponden a 54.902 millones, el 65% equivale a trabajo no remunerado”, señalaron.
Esto quiere decir que de cada 10 horas que trabajaron las mujeres durante este lapso, 6,5 no se pagaron y apenas el 35% de este tiempo se contó dentro de la productividad nacional. Entre tanto, de los 41.245 millones de horas trabajadas por los hombres, el 76,5% corresponde al trabajo dentro de la frontera de producción nacional y el 23,5% a las horas dedicadas a trabajo no remunerado.
Trabajo.
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No hay que olvidar que en Colombia, el peso del trabajo de cuidado es significativo y se reparte entre la población ocupada, desempleada y fuera de la fuerza laboral. Sin embargo, una gran parte de estas actividades recae sobre quienes no reciben remuneración, lo que, según los expertos en temas de empleo, profundiza desigualdades y refuerza la brecha de género en el contexto laboral colombiano.
“Para el promedio del periodo 2022 – 2023, las mujeres trabajaron 1,3 veces más tiempo que los hombres, dado que dedicaron 13.657 millones de horas anuales más a labores del cuidado y al trabajo dentro de la frontera de producción”, dice el informe.
El Dane también reportó que “en cuanto al trabajo no remunerado y la situación de la población en el mercado laboral, en el promedio del tiempo medido, del total de 45.372 millones de horas, el 60,6% fue realizado por la población fuera de la fuerza de trabajo, el 28,5% por la población ocupada y el restante 11% por la población desocupada”.
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Transferencia de tiempo
Otro enfoque abordado por el Dane para revisar la economía del cuidado e incluido en su corte de cuentas fue el análisis del uso del tiempo en Colombia, en el que reveló una distribución desigual de las actividades del hogar y el cuidado no remunerado entre hombres y mujeres.
“El consumo de tiempo en actividades del hogar es similar entre hombres y mujeres, con promedios de 13,8 horas por semana para mujeres y 13,2 horas por semana para hombres, en 2021”, dijo inicialmente la autoridad estadística.Transferencia de tiempo.
Mujeres en el agro
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No obstante, resaltan que desde una edad temprana, las niñas reciben más tiempo de cuidado que los niños, una tendencia que se mantiene a lo largo de la vida y en la adultez, las mujeres dedican más horas a estas labores, alcanzando su punto máximo en la mediana edad, mientras que los hombres registran su mayor participación en edades más avanzadas.
“En 2021, las mujeres alcanzaron su mayor dedicación a actividades del hogar a los 57 años con 29,6 horas semanales, mientras que los hombres alcanzaron su punto máximo a los 72 años, con 10,7 horas semanales. Las mujeres entre los 27 y los 59 años dedicaron en promedio 19,7 horas más que los hombres a actividades del hogar”, reseñaron.
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De esta forma queda claro que las diferencias en la producción y consumo de cuidado no remunerado también reflejan brechas de género significativas, ya que las mujeres, especialmente en la etapa productiva, asumen una mayor carga de trabajo en el hogar, lo que limita su disponibilidad para el mercado laboral, cosa que no pasa con los hombres.
“En 2021, las niñas menores de 15 años consumieron en promedio 15 horas semanales de actividades del hogar y cuidado no remunerado, mientras que los niños consumieron 14,3 horas semanales. En el grupo de 60 años y más, las mujeres consumieron en promedio 16,8 horas semanales, y los hombres, 15,5 horas semanales”, dijo el Dane.
Aunque parezca nueva, esta es una realidad que se viene abordando en Colombia desde hace años, pero que aún no alcanza la difusión necesaria. No en vano, diversas organizaciones abogan por su reconocimiento en las cuentas nacionales y la implementación de políticas que reduzcan su impacto desigual; mientras que ciudades como Bogotá se la juegan por un sistema del cuidado.
De acuerdo con los expertos, reconocer el valor económico del trabajo de cuidado es clave para avanzar en la equidad de género y fortalecer el desarrollo social e iniciativas orientadas a visibilizar estas labores y redistribuirlas de manera más justa podrían generar impactos positivos en la productividad y el crecimiento económico del país.
