Los más recientes balances del mercado laboral han reafirmado que en Colombia, el empleo está creciendo, pero lo está haciendo por el frágil camino de la informalidad, ya que aunque la población ocupada aumentó en casi 800.000 personas entre mayo de 2024 y mayo de 2025, la proporción de quienes no cuentan con los beneficios de ley a la hora de trabajar se mantiene por encima del 55%.
Más preocupante aún es que apenas el 43% de quienes trabajan cotizan al sistema pensional, y el número de afiliados subsidiados en salud crece a un ritmo mayor que el de los aportantes; lo que se traduce en que, en el fondo, el sistema laboral estaría premiando al informal y castigando al que aporta.
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Según datos del Dane, la población ocupada pasó de 22,8 millones a 23,6 millones en un año, pero la tasa de informalidad apenas varió de 55,8% a 55,9% en el mismo lapso, mientras que en paralelo, el número de personas que cotizan a pensión aumentó sólo de 9,8 millones a 10,1 millones. En otras palabras, de cada 10 nuevos ocupados, solo 4 entran al sistema de pensiones y los demás trabajan sin construir protección para la vejez.
Buena parte de este crecimiento se explica por el auge del trabajo por cuenta propia, que ya representa más del 40% de los ocupados. De hecho, según César Pabón, director de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, “cerca del 75% del empleo generado recientemente ha sido por cuenta propia, que por su naturaleza está altamente vinculado a la informalidad”.

La informalidad laboral afecta a cinco de cada 10 colombianos.
Imagen de ChatGPT
Quedan por fuera
Esta cifra se confirma en los datos del Dane que cuentan que en mayo de 2025 se registraron 9,8 millones de trabajadores por cuenta propia, frente a 9,2 millones un año antes. Mientras que el problema, según Pabón, es que este tipo de empleo no solo escapa a la regulación laboral, sino que también limita el financiamiento del sistema de seguridad social.
“La salud y la prestación de servicios sociales dependen en gran medida de los aportes de los trabajadores formales. Si la informalidad aumenta, se amplía la presión fiscal para sostener el sistema”, advirtió este experto, que además, señala que las medidas recientes podrían estar cerrando la puerta a la formalidad.
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“El incremento desproporcional del salario mínimo respecto a la inflación, junto con algunas disposiciones de la reforma laboral, están dificultando el ingreso al mercado formal. En lugar de facilitar la entrada, lo están volviendo más costoso y menos atractivo”, advierte.
Por otra parte, Stefano Farné, director del Observatorio del Mercado de Trabajo y la Seguridad Social de la Universidad Externado, coincide en que la tendencia es estructural y aunque reconoce que parte del aumento en el trabajo por cuenta propia es formal, también señala que más del 80% de estos trabajadores siguen siendo informales.
“Muchos de ellos antes estaban inactivos y tampoco cotizaban, así que su situación no es nueva. El problema persiste porque el país no ha construido una vía real para que estos trabajadores entiendan la importancia de aportar”, explicó.

Informalidad y mercado laboral.
Imagen generada con Inteligencia Artificial – ChatGPT
Un sistema desafiante
Con lo anterior, Farné profundiza en el dilema de que “no es que el trabajo por cuenta propia impida cotizar. El problema es que el país no ha construido un camino viable ni atractivo para que ese trabajador quiera hacerlo. En muchos casos, ni siquiera lo entiende como una necesidad. Y si el sistema no logra transmitir ese mensaje, simplemente reproduce la informalidad”.
Para él, la reforma pensional actual, aunque bien intencionada en su componente solidario, podría generar efectos no deseados si no se acompaña de pedagogía y ajustes, al tiempo que advierte que “si alguien va a recibir $230.000 sin cotizar, mientras otro que trabajó 15 años al mínimo recibe lo mismo, el mensaje es demoledor. Se está diciendo que no vale la pena aportar”.
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Ante esto, el diagnóstico es claro y apunta a que la cotización a seguridad social no se percibe como un buen negocio, ya que en muchos casos, el miedo a perder el Sisbén o el acceso a salud subsidiada desincentiva formalizarse.
Esto aplica, por ejemplo, a trabajadoras domésticas o microempleados, que temen que al aportar pierdan beneficios sin obtener mejoras tangibles. “El sistema actual castiga al que aporta. Y eso termina reforzando la informalidad como decisión racional”, subraya Farné.

Informalidad.
Alexis Múnera
La situación se agrava si se observa la evolución de la afiliación al sistema de salud. En el último año, el régimen subsidiado creció en más de 500 mil personas, mientras que el régimen contributivo aumentó apenas en 323 mil. Incluso, el número de aportantes netos (personas que efectivamente hacen pagos al sistema) sólo creció en 259 mil.
Esto, dicho en palabras simples, quiere decir que la mayor parte del nuevo empleo está siendo absorbido por un sistema que no recauda, sino que entrega y si bien todo el trabajo por cuenta propia no es informal, el reto es garantizar que quienes se dedican a esta ocupación laboral coticen a salud y pensión.Un camino confuso
La propuesta de permitir cotizaciones por semanas, incluida en la reforma pensional, tampoco parece ser una solución realista. Para Farné, esta medida podría convertirse en un “artificio estadístico” en el que “si una persona cotiza una semana al mes, necesitaría 100 años para alcanzar las 1.300 semanas requeridas. Eso no es formalización real. Es solo una ilusión contable”.
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Un camino confuso
Desde el lado fiscal, César Pabón también advierte que este modelo fragmentado golpea la sostenibilidad del sistema, ya que “estamos en un momento donde el país está tratando de cuadrar sus cuentas, pero el crecimiento del empleo sin aportes lo que hace es tensionar aún más las finanzas públicas. Cada vez que una persona entra como subsidiado y no como aportante, se suman compromisos sin contrapartida”.
Así las cosas, ambos expertos coinciden en que la raíz del problema es estructural y parte de aceptar que las políticas de reducción de costos laborales han tenido efectos limitados, punto en el que Stefano Farné recuerda que “la reforma tributaria de 2022 bajó en 13,5% los costos de contratación, y la informalidad apenas cayó entre dos y cuatro puntos porcentuales”; mientras que en su visión, sin mejoras en productividad laboral, no habrá sostenibilidad posible en el sistema de seguridad social.

Mercado laboral en Colombia.
Imagen generada con Inteligencia Artificial – ChatGPT
Basta decir que el aumento de afiliados al régimen subsidiado sin ingresos proporcionales agrava la carga fiscal del Estado, limita la inversión social y debilita la legitimidad del sistema contributivo, puesto que cuando cotizar deja de percibirse como útil, la informalidad se vuelve la opción racional.
Debido a esto, Colombia enfrenta una encrucijada en la que sin incentivos claros, productividad ni reforma de fondo, la formalización seguirá siendo excepcional y la informalidad, la norma.