Jhon Álex Toro habla de ‘El último hombre sobre la tierra’, película en la cual interpreta al galán de Laura Acuña, quien, a su vez, debuta en la actuación. Toro dice que no necesita medir 1.80, tener una mandíbula cuadrada, una sonrisa perfecta y unos pectorales expandidos para ser el galán de esta película, de Dago García, que se estrena el 22 de diciembre.
Por: Clara María Mejía Zea*
Clara María Mejía Zea: Háblenos de El último hombre sobre la tierra, la película que va a protagonizar.
Jhon Alex Toro: Es la película navideña de Dago García que hace alterna: un fin de año estrena El Paseo y, al siguiente, otra película, como esta comedia… Espero que se rían, pues nos divertimos muchísimo haciéndola.
El último hombre sobre la tierra está dirigida por Juan Camilo Pinzón y su protagonista es Laura Acuña, quien da el paso de la presentación a pararse frente a la cámara, como actriz. Lo hace maravillosamente bien, llevada de la mano, por supuesto, de Juan Camilo y atendiendo un poco la tentación que le puso al frente Dago García diciéndole: “Tú eres la persona que siento que puede protagonizar esta historia”.
Hacemos un cuarteto con Rodrigo Candamil y con Jeka Garcés, que, de los cuatro, es la más jovencita. Esto es lo que te podría contar hasta el momento para no ‘espoilear’ la película.
C.M.M.Z: Cuéntenos alguna anécdota del rodaje.
J.A.T: Tuvimos un rodaje muy fluido. Ahora, con el tema del covid y los efectos que ha dejado, se anda muy precavido con que no haya contagios en el set. No había grandes escenas de acción, por lo tanto no hubo accidentes. Trasnochamos mucho y toreamos la dificultad del clima bogotano.
El personaje que interpreto es de estrato popular, un hombre al que le gusta la morcilla, el salchichón, el aguardiente, la lechona, pero yo no como mucho salchichón, no como mucha lechona, en fin, sí como morcilla eventualmente.
C.M.M.Z: ¿Y toma aguardiente?
J.A.T: Eventualmente, sí. Pero en la película a uno nunca le dan un trago de verdad. Pero una de las cosas que me pasó es que toda una mañana, haciendo una escena, mordía y mordía pedazos de salchichón LG hasta que le dije a los pelados de arte: “Consíganme, por lo menos, una cerveza para pasar esto, porque solito está muy difícil”. Y, obviamente, cuando llegábamos al momento de almorzar, me quería vomitar. No podía comer y viceversa. Terminaba de almorzar y tenía que sentarme a hacer las escenas, donde comía fritanga la tarde entera.
C.M.M.Z: Y después, con ese aliento a salchichón, ¿cómo besaba a Laura Acuña?
J.A.T: Vas a ver a Laura, en algún momento, también teniendo que jalarle a la fritanga y a otras maravillas de nuestra culinaria.
La historia va de un personaje que no tiene nada que ver con el mundo de Liliana —que interpreta Laura— y que termina perteneciendo y permeando el mundo de él, aunque al principio ella le dice que con él jamás tendrá nada.
C.M.M.Z: ¿Cómo fue rodar con Laura, que es primípara en la actuación?
J.A.T: Yo he aprendido muchísimo en el medio —tanto televisivo como cinematográfico— que no se puede juzgar a una persona porque no tenga, entre comillas, la suficiente experiencia o no tenga pergaminos, porque a veces ocurre lo contrario: alguien puede tener el diploma y no sabe cómo trabajar. También tengo muy claro que la televisión y el cine requieren que los elementos que se ponen al frente de la cámara tengan un atractivo, un sex appeal, etcétera.
Entonces soy muy relajado con eso, trato de ser más bien colaborador, solidario, pero, al mismo tiempo, no pasarme ni tratar de ser el profesor en el set.
Uno, en la vida en general, es muy bueno corrigiendo a los demás, viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Además, Laura es una persona muy dulce y muy fácil de llevar. El director Juan Camilo Pinzón tomó las riendas de llevarla a ella por el camino de lo que quería hacer y, obviamente, a mí también. Siento que él tenía la manera de sacar de nosotros unas cosas que surgieron en la película que no es solo lo cómico, sino también la ternura.
C.M.M.Z: Dice que Laura es dulce, pero ella tiene fama de ser la mala del cuento…
J.A.T: No lo sé, porque, además, no he trabajado con ella como colega ni he tenido que desenvolverme en los entornos en los que ella se mueve. Yo no traía ninguna prevención. Lo digo también porque antes en mi carrera, cuando trabajaba con gente que no tiene mucha experiencia y entraba prevenido, al que le iba mal era a mí, porque la cámara registra lo que tiene que registrar y no juzga.
Muchas veces, uno cree que actuó maravillosamente y, en la edición, el otro o la otra se ven mucho mejor. Por eso es que hay que desprenderse de los prejuicios y empezar a construir. Hay historias muy importantes de gente que en su primera película termina nominada al Óscar.
C.M.M.Z: Decía que, para estar en televisión, hay que tener una estética. Antes, uno veía protagonizar a Julián Román, a Robinson Díaz, a John Alex Toro. Ahora, los protagonistas son Sebastián Carvajal, Carlos Torres… ¿Ha variado el concepto estético?
J.A.T: Lo que pasa es que el galán es el galán, y tiene que ser realmente un papacito, pero carecíamos de galanes. En un momento, no había. Yo no era realmente el protagonista, era el antagonista de Nuevo rico, nuevo pobre; pero sí he contado muchas historias de amor, de romance. Hay un sex appeal que se tiene de todas maneras por la sensibilidad para contar las historias y también está lo estético, que es muy importante.
Creo que la gente cada vez se educa más joven, es guapa a los 19 o 20 años y se va a estudiar cuatro o cinco años a Estados Unidos, a España, a Argentina y vuelve y saben actuar. Eso me parece fascinante y muy importante, porque también tenemos historias de gente que, por su guapura, ha protagonizado y no ha vuelto a hacer nada, no registró bien, no se quedó pegado con el oficio y solo aprendió unas mañas, y eso me parece que es muy complejo, porque el oficio, de todas maneras, exige que uno tenga una constancia, una dedicación y una técnica mínima para poder acercarse a la lectura de los libretos y al entendimiento con los directores.
C.M.M.Z: Ese tipo de actores pululan…
J.A.T: Lo que pasa es que, como es un lenguaje que permite que una simple imagen te venda, hay mucha gente que se recuesta en eso, de muchos lados, no digo solo los actores o las actrices, si no también los directores o los productores. Pero no siento que eso le quite cabida al hecho de que uno, por no tener 1.80 de estatura, mandíbula cuadrada, dentadura perfecta, pectoral expandido, etcétera, no pueda contar historias y no sea también atractivo para el público.
C.M.M.Z: ¿Por qué se alejó de la televisión? La gente decía que porque era muy mamerto y lo vetaron los canales.
J.A.T: No es cierto. Siento que tiene que ver muchísimo con una cosa muy natural que tiene este medio: hay unas edades en las que uno como que le pega a todo y, otras, en las que no. La gente, tratando de encontrar una justificación por la ausencia de ciertos rostros en la pantalla, encuentra fundamento en esas cosas…
En un momento, uno toma ese tipo de cosas como personales, cree que es con uno, que el canal lo vetó, etcétera. Y luego yo siento que es una curva natural. En este preciso instante, por ejemplo, hago muchas cosas que no son necesariamente televisión y estoy más activo actoralmente que nunca. Estoy en El coronel no tiene quien le escriba, que se movió este año en Uruguay, en Santa Marta, que va para Aracataca y que comienza el 2023 en Chile.
Estoy en el espectáculo de Navidad que se hace en la Plaza de Bolívar, con 80 personas en escena, una apuesta gigantesca de la Alcaldía por tener un espectáculo hecho en Colombia, para celebrar la navidad con talento 100 por ciento colombiano, música, danza, circo, actuación, pirotecnia. Empiezo el año en la segunda temporada de Primate, que está en Amazon.
C.M.M.Z: Pero también está presente en otro tipo de producciones o plataformas.
J.A.T: Sí, en Amazon aparezco en una serie que se llama Jack Ryan; estoy en una película que se llama Amigo de nadie, con un papel de reparto. En Netflix, están el Paseo 6, Lavaperros y Nuevo rico, nuevo pobre. En RTVC Play está La primera noche, que es una película histórica dentro del contexto colombiano. Estoy en todas partes.
No he parado de actuar y empezaré el año actuando full. Vamos a hacer nuevamente Cepeda en tablas a mediados de año, entre mayo y junio, en el teatro Julio Mario Santo Domingo.
Si uno resintiera el hecho de que la pantalla lo aleje por un tiempo —y no volviera a actuar y no recordara que no empezó actuando en televisión, sino para cuatro o cinco gatos, en teatros solitarios, haciendo cosas muy personales o muy experimentales— entonces habría perdido el tiempo en el oficio, que es realmente lo más importante. Claro, por momentos es muy doloroso para el ego, pero siento que una vez asumido eso, uno no sale de ahí ni con resentimiento ni con soberbia, sino diciendo: “Ah, este oficio es largo, este oficio es duro, y este oficio, por más que creas que ya lo lograste, te pone en el lugar de vuelve a empezar”.
C.M.M.Z: ¿Qué ha sido lo peor de ese golpe al ego?
J.A.T: De los golpes más duros es que terminé, sin querer, protagonizando una novela (Pa’ quererte) y que ese canal haya cambiado de presidencia y que esa presidencia haya decidido que yo no era el protagonista. Aunque uno entiende las razones ejecutivas, empresariales y organizacionales para hacerlo, golpea muchísimo. Yo creía que estaba bien, que no me había afectado, pero me tomó un mes darme cuenta de que me dolía, que me raspaba y que era como haberme caído de la bicicleta y hacerme el pendejo, pero descubrir, al otro día: “Marica, siempre me pegué duro”.
Pero mira lo simpático, y es que de ahí lo que sale es porqué me voy a echar a morir por esto, tengo muchas cosas que hacer. Imagínate, si un actor deja de hacer audiciones, se queda sin trabajo y yo hago audiciones, a veces, diez veces al año y no quedo en nada. A veces quedo y se me cruza con algo que es mucho más importante o que ya estaba contratado. Pero el oficio tiene maneras maravillosas de irle enseñando a uno, con el paso del tiempo, qué es lo verdaderamente importante.
C.M.M.Z: Se ganó un premio Macondo por ser un lavaperros.
J.A.T: Maravilloso, ¿no? Yo tengo como cinco nominaciones a los India Catalina, nunca me lo he ganado, pero tengo un India Catalina en cine en 2003 por La primera noche, una película importante en la historia del cine colombiano. Últimamente no es que me dé pedal y me satisfaga el ego, pero uno tiene también que mirar hacia atrás y ver con generosidad y agradecimiento las cosas que ha hecho. Mucha gente no se entera porque no soy muy farandulero, pero siento que tengo grandes amigos entre los colegas, que me llevo muy bien con la mayoría de gente y que si algún productor se queja y dice que soy muy cansón, podría decirle por qué.
C.M.M.Z: Pero, ¿ha sido mamerto?
J.A.T: Claro, por supuesto. Yo soy egresado del Inem, de Pereira. Fui un cuadro estudiantil importante, me dediqué a la declamación mucho tiempo. Mi teatro era más político que cualquier otra cosa, al principio, y, luego, me aburguesé. Tengo esa lucha entre uno y otro.
C.M.M.Z: ¿Se arrepintió de la aburguesada?
J.A.T: No, no. Entonces, el campo más mamerto te odia un poquito, porque ya te aburguesaste, pero no eres del todo burgués. No eres ni chicha ni limonada. Ahí voy. Siento que enarbolar ciertas banderas políticas y agitarlas, como si uno fuera un representante, a los actores no les conviene mucho.
Los actores tienen que tener definida su posición política a nivel personal, pero no creo que, necesariamente, tengan que salir a convencer a nadie de por quien tiene que votar o como tiene que pensar. Yo lo tengo claro, pero no me gusta ventilarlo ni pelear con la gente por eso, etcétera.
Mi vocación es un poquito más punkera que mamerta, es un poco más de choque. Hay ciertas cosas que veo en algunos sistemas de trabajo que no me gustan y que simplemente digo. Soy un poquito neurótico: me gusta que todo el mundo esté concentrado en lo que estamos haciendo, que haya silencio total en el set cuando vamos a rodar; que la gente no este mirando el celular mientras la escena se está haciendo.
C.M.M.Z: La gente lo identifica por Nuevo rico, nuevo pobre. ¿Ese es su papel principal?
J.A.T: Evidentemente hay otros papeles que atesoro, pero no desprecio a Bryan, de Nuevo rico, nuevo pobre. Le agradezco profundamente y me dio un reconocimiento de manera masiva. Ahorita, con la repetición, uno de los beneficios es que unas generaciones que no me habían visto nunca me están viendo por ese papel. Los pelados son felices en todos los estratos viendo Nuevo rico, nuevo pobre y no pueden de la risa.
Pero en La primera noche, el personaje de Toño es un papel que atesoro mucho, porque los actores cómicos tenemos una tara y es que queremos ser reconocidos como actores dramáticos. Es una tara, porque pareciera como que despreciara la comedia, pero no es así. Yo siento que la comedia necesita que uno tenga mucho peso dramático. Si la comedia no tiene el respaldo de una cosa muy profunda, no funciona.
C.M.M.Z: ¿Hay algún papel del que se arrepiente?
J.A.T: Hay una película de Dago que no es una comedia tan popular, que se llama El país más feliz del mundo, en l que interpreto a un guerrillero y ahí me pegué una payaseada tremenda. Lo veo y digo: “Mmm… No sé muy bien qué pensar de esto”.
Obviamente, son más los fracasos que los éxitos cuando uno hace la lista, por eso es que se dice tanto que esto es de resilencia, porque uno tiene que tener esa capacidad de volverse a levantar. A veces es más difícil recuperarse de un éxito que de un fracaso. Lo deja a uno, el papel, super reconocido y todo el mundo quiere que hagas eso y tú solo quieres hacer eso porque te da resultado y es fácil.
C.M.M.Z: Eso pasa mucho en las narconovelas.
J.A.T: A mí me parece que hay una sola manera de actuar, pero los directores, productores y guionistas cogieron una forma de contar la historia donde hay narcos, entonces el narco es igualito. Narcos, de Netflix, es distinto. Es una serie con otros libretos, con otro tempo, con otros actores. Siento que le dan como más profundidad al asunto ahí. A veces el tema no es ni siquiera de los actores, sino de los guiones: se repite la misma escena en la catedral, con Pablo Escobar, en diferentes versiones actorales, en diferentes tipos de series. No superamos la anécdota y no logramos contar una historia realmente profunda y que tenga esa verdad que tiene que existir, incluso en el mundo del narco, que se ha contado tanto.
Pero eso pasa en todo.
El padrino solo hay uno. Coppola contó esa historia como nunca nadie la había contado y estoy seguro (de) que hay más tipos de historias sobre la mafia italiana en Nueva York. Creo que nosotros todavía no hemos llegado.
C.M.M.Z: Su hija, Martina, le sigue los pasos. ¿Qué consejos le da?
J.A.T: Sí. En estos momentos está estudiando actuación en Madrid. Tiene la posibilidad de vivir en un lugar que está lleno de teatro, donde hay muchas academias y una industria fuerte en lo audiovisual. Le digo que no se vea abocada, a los 20 años, a que va a actuar ya; que más bien se forme. Actuó muy chiquita, como entre los 8 y los 19 años, en cosas importantes. Fue dirigida por Sergio Cabrera, ha actuado en teatro con mil personas, ha tenido que solucionar problemas en escena, enfrentarse a un texto, aprendérselo y ser disciplinada; salir mamada de las funciones, porque ha hecho tres en un día y tener que aprender a descansar. Hemos fracasado juntos.
Hicimos una serie para Caracol que fue un fracaso. Cuando la he visto aperezada, la pellizco, porque tiene que aprenderse el texto y estudiar.
C.M.M.Z: ¿Y no entró en shock cuando supo que ella seguiría sus pasos?
J.A.T: Claro. Traté de convencerla (de) que no, que estudiara otra cosa: derecho, ingeniería, arquitectura… inclusive filosofía o antropología, hasta que me tocó aceptar que yo mismo la metí en este camino y la incité a que lo siguiera. Le dije: “Pues estoy aquí para apoyarte en lo que tú quieras y necesites”, y la he ayudado a orientarse.
C.M.M.Z: Un gran compromiso de los actores es reinventarse y usted lo ha hecho con Casa Plástica, un espacio que abrió con su esposa, María Adelaida, en el barrio San Felipe, en Bogotá. Cuéntenos de este proyecto.
J.A.T: Es un espacio multicultural que se inserta en el barrio San Felipe, que, en su mayoría, está ubicado hacia el arte plástico. La casa, físicamente, ofrece la posibilidad de tener dos espacios de mediano tamaño donde hemos podido exponer, durante el año, a artistas diferentes. Y otros espacios pequeños donde podemos alternar. Hemos invitado gente de la publicidad que tiene obra plástica en ilustración, fotografía y diseño, a que tengan una pared de exposición. Tengo un pequeño salón, que es una especie de caja negra, donde doy clases; donde, en el transcurso del año, se ha presentado una obra que es para un solo espectador y que me sirve también de lugar de ensayos. Y María Adelaida, a su vez, tiene sus oficinas de producción de comerciales. También tenemos un salón donde presentamos cortometrajes.
Hemos decidido hacer un multiplex pequeñito, donde puedes hacer un poco de todo: tomarte una cerveza, ver las funciones, ver un corto, subir a tener una experiencia escénica.
Casa Plástica es un lugar que no abre todos los días ni todos los fines de semana; que se nutre y nutre lo que pasa en las noches en Distrito San Felipe; y digamos que nuestro diferencial es el hecho de aportar con el arte escénico.
C.M.M.Z: ¿Cuál es la cita más curiosa que ha tenido en su vida?
J.A.T: Tengo una muy chistosa que no es una cita, en la que la cagué, además. Estaba en el camión de maquillaje de El amor en los tiempos del cólera, al lado de Javier Bardem, que lo estaban maquillando y con quien yo tenía las escenas, y se subió John Leguízamo. Yo estaba muerto de las ganas de que Leguizamo se subiera para poderlo saludar, y me dio por saludarlo haciendo un chiste que era una cita de la película Carlitos Way. Cuando lo saludé, le dije: “Hi, Benny. Blanco from the bronx”. Yo pensé que el man se iba a reír y el man quedó de hielo, me miró como un culo y a mí se me enfrió la sangre. Me bajé del tráiler y duré como dos días traumatizado. De hecho, de ahí para adelante nunca más vi a Leguizamo, ni me le quise arrimar. De eso que a uno el chiste le sale por la culata, literalmente.
Buena entrevista
Uno de nuestros más conocidos y queridos : Actor productor director , con una buena trayectoria en cine y TV
Hay que ver esta película
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