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Sin duda alguna, para muchos, comer es uno de los máximos placeres de la vida, ya sea sólo o acompañado; hacerlo estimula el alma y levanta el ánimo.
Sin embargo, cuando se tienen sentimientos negativos como la culpa o el remordimiento tras haber ingerido la comida deseada, podría ser el inicio de una patología psicológica.
Si antes, durante y después de ingerir alimentos te preocupan las calorías, el gluten, el peso que puedas ganar, el tiempo que debes ejercitarte para quemar lo ingerido, pesar lo que comes, la calidad de los alimentos, leer la información nutricional, configurar tus alimentos conforme a tu dieta, es decir, una obsesión enfermiza por el consumo de alimentos saludables, quizá padeces ortorexia.
La ortorexia comienza como un intento de comer más saludable, pero la persona se vuelve más y más obsesiva por qué y cuánto comer, su autoestima gira en torno a la pureza de su dieta, por lo que con frecuencia se sienten superiores e incluso se vuelven intolerantes a las creencias alimentarias de otras personas, hasta el grado de aislarse, evitar reuniones y estar con otras personas a la hora de la comida.
En personas con este tipo de condición los problemas sociales son más evidentes, ya que generalmente se aíslan y planean su vida alrededor de la comida, la mayor parte de su tiempo están enfocados en ello.
Sabías que… La persona que sufre ortorexia no está preocupada por el sobrepeso, ni tienen una percepción errónea de su aspecto físico, sino que su preocupación se centra en mantener una dieta equilibrada y sana.
Las diferencias con respecto a otros Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) está en que mientras en la anorexia y la bulimia el problema gira en torno a la cantidad de comida, en la ortorexia gira en torno a la calidad.
La ortorexia no está clasificada dentro del DSM5 (manual de categorización de los trastornos mentales) ni del CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades), no obstante hay controversia en cuanto a si se trata de un trastorno alimentario único o una consecuencia del desenlace de éste o un proceso obsesivo-compulsivo.
- Dedicar más de 3 horas al día a pensar en la dieta sana.
- Preocuparse más por la calidad de los alimentos, que del placer de consumirlos.
- Disminución de su calidad de vida, conforme disminuye la calidad de su alimentación.
- Sentimientos de culpabilidad cuando no se cumplen con las convicciones dietéticas.
- Planificación excesiva de lo que comerá al día siguiente.
- Aislamiento social provocado por su tipo de alimentación.
El tratamiento para éste padecimiento es interdisciplinario y debe ser guiado por médicos, psicólogos y nutriólogos, esta orientado hacia una terapia cognitivo conductual para modificar las creencias distorsionadas de quienes lo padecen.
En caso de identificar algún criterio o síntoma, lo conveniente es buscar ayuda de un especialista.