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El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha pedido este jueves al resto de socios en la Unión Europea “flexibilidad” para poder cerrar un acuerdo sobre el Pacto de Migración y Asilo con el Parlamento Europeo antes de que concluya este semestre, durante el que España ejerce la presidencia de turno del Consejo de la UE y dirige las negociaciones.
“Comprendo que las posiciones de los mandatos del Consejo son preferibles para los Estados miembro, pero tenemos que encontrar un terreno común con el Parlamento Europeo y estar dispuestos a hacer alguna concesión”, ha dicho Marlaska al resto de ministros reunidos en Luxemburgo, en la reunión mensual sobre Interior de la UE.
De este modo, y tras hacer balance del estado de las negociaciones en los distintos expedientes de la reforma migratoria, Marlaska ha avisado a sus colegas de que “queda poco tiempo” y les ha pedido “compromiso, flexibilidad y comprensión con la urgencia del momento”.
Así, el ministro española ha incidido en la ‘hoja de ruta’ pactada entre las instituciones europeas para impulsar el Pacto que apuntaba la necesidad de un acuerdo antes de que acabe el año para garantizar que la tramitación del acuerdo, que requiere tiempos tasados para la traducción y verificación legal de todos los textos, puede cumplirse antes del parón que supondrán las elecciones europeas de junio de 2024.
Los negociadores del Parlamento Europeo y del Consejo retomaron en octubre las conversaciones tras varias semanas paralizadas por la negativa de los eurodiputados a negociar parte de los expedientes si los Veintisiete no desbloqueaban otro que consideran clave, el mecanismo de gestión de crisis migratorias.
Ahora, los gobiernos han puesto el foco en la urgencia por agilizar las deportaciones de migrantes que llegaron a la UE en condiciones irregulares y no se les concede el derecho a asilo, un procedimiento que los Veintisiete también quieren potenciar con el nuevo Pacto. Sobre este punto, sin embargo, las negociaciones con la Eurocámara no han podido arrancar porque los eurodiputados siguen sin fijar sus líneas rojas.