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Hacerse preguntas. Una conversación pendiente con Margarita … – Cambio Colombia

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Miércoles, Enero 18 de 2023
Crédito: Andrés Reina
Hastiada de los insultos y la violencia verbal de sus contradictores, Margarita Rosa de Francisco decidió retirarse de las redes sociales. En esta conversación con Sandro Romero Rey habla de sus proyectos actuales y de 'Margarita va sola', libro que lanzará en abril.
Por Sandro Romero Rey
Yo no sé si Margarita es una provocadora. A veces lo parece, a veces se fatiga de los malentendidos. Lo que sí se evidencia es que sus espectadores han confundido a la actriz con sus personajes. Con el paso del tiempo la castigan por haber dejado que la vida se le note en su rostro y ya no se parezca al papel que necesitan que cumpla. Si ha sido una niña bien, necesitan que siga siéndolo. Si ha sido una bella recolectora de café que se vuelve exitosa ejecutiva enamorada, le exigen que siga así por siempre. Si juguetea con el rol de una vieja alcohólica deciden que ella es el personaje que representa. Esa suerte de identificación con sus invenciones, al principio debió parecerle divertida, pero supongo que ya no lo es. Ella ha decidido mantenerse alejada de las redes, concentrarse en los libros, en sus estudios de filosofía, en la escritura, en su impecable soledad. A veces conversamos desde la distancia. Digamos, los domingos, cuando la vida es más aguda. Hace 13 años montamos un espectáculo que tuvo su vida propia y Margarita supo ponerse a prueba. Desde esa época no nos vemos y el mundo ha dado vueltacanelas temibles. Pero creo que nunca hemos dejado de ser buenos amigos, a pesar de las distancias y de los latigazos del tiempo. Esta conversación es un pretexto para hablar de muchos temas y una carta de presentación de Margarita va sola, su nuevo libro que asaltará a los lectores en el próximo mes de abril.
M. R. dF.
CAMBIO: ¿No te parece que hoy, con todas las discusiones de género, hay una suerte de hipersexualización en la que se está priorizando el mundo alrededor de este tipo de pulsiones, en detrimento de otros temas (como el de la desigualdad entre las clases sociales) que, hasta hace muy poco tiempo, era el epicentro de las reflexiones en las ciencias humanas?
Margarita Rosa de Francisco.
Yo estoy empezando a admitir que el problema básico no es ni lo uno ni lo otro individualmente sino mucho más de fondo. Las clases sociales son una consecuencia del fundamento ético que supone que hay personas humanamente superiores o mejores que otras y que hay cuerpos que valen más. Esa lógica excluyente y totalitaria es la que rige el funcionamiento de este mundo. Tiene sentido que esa matriz, desde la cual hemos accedido al conocimiento de todo lo que nos rodea desde hace milenios se haya reventado por el lado más existencial de todos: el sexo y su imposición performática, que es el género. De ahí que el tema de la identidad sexual sea hoy tan relevante. Está relacionado directamente con el origen de la vida. No creo que el debate se haya hipersexualizado, sino que ya son insuficientes las categorías que dicha matriz ha provisto para clasificar las subjetividades que se están expresando. Ya ni el lenguaje alcanza. Las ciencias naturales, que determinan que es lo real, no son naturales. Estudian “la naturaleza” que un sistema político determina como tal. Yo estoy dispuesta a abrirme a la posibilidad de ver el sexo biológico también como una interpretación más. No en el sentido de decir que es imaginario, sino que no tiene por qué corresponder a un referente fijo del ser.
CAMBIO: En una entrevista reciente con Mar Candela te parecía estupendo que no te identifiquen con tus personajes de telenovelas porque representan lo que rechazas ahora: el clasismo, el racismo, el machismo y demás conductas inaceptables. Sin embargo, ¿quién ha dicho que un actor es su personaje? Si representas a Lady Macbeth no necesariamente vas a ser una asesina. El melodrama es un juego, que tiene sus reglas desde hace tres siglos. ¿Por qué rechazarlo en vez de enseñar a aprender a mantener la diferencia entre la ficción y la realidad?
M.R.dF.: Lo que pasó fue que Natalia París puso un tuit que decía algo así como que la gente antes me quería, pues me veían como la Mencha –y ahora no– porque me volví mamerta y que qué lastima. No lo dijo exactamente así, pero ese fue, básicamente, el mensaje. Yo contesté que menos mal ya no me quieren por ser como la Mencha, pues representa a la niña hija de ese coctel de deformidades sociales como el clasismo, el racismo, el arribismo y el machismo. Sería terrible que me siguieran queriendo por eso. O sea que el público es el que cree que uno es el personaje. De todos modos, es interesante esa división entre ficción y realidad, que sigue siendo parte del tema del paradigma que define qué es la realidad. Para mí, la frontera no es tan “objetiva”. Mi realidad como Margarita Rosa (un nombre arbitrario, además) también es una ficción, pero es un personaje que interpreto bastante bien y que tampoco tiene unas características fijas (a veces me escandalizo conmigo misma). Todos mis personajes participan del ser que les da vida y ese ser se manifiesta en diferentes capas, y lo hace de modos que mi personaje social de Margarita Rosa no muestra sino cuando encuentra una intención artística para hacerlo. Allí, ella, el personaje actriz, hace su trabajo; explora y selecciona modos posibles de ser y, con esos elementos, construye sus otros personajes, que no son ese mismo que en la escena social se llama Margarita Rosa, pero beben de la misma fuente de su ser.
CAMBIO: Richie Ray me decía que él estaba, palabras más, palabras menos, condenado a cantar Sonido bestial por el resto de sus días. Sin embargo, goza con su personaje, que no es el pastor protestante en el que se convirtió hace décadas. En tu caso, da la impresión, a juzgar por lo que dicen tus detractores, de que estuvieras “arrepentida” de tu pasado…
M.R.dF. 
Yo me arrepiento de muchas decisiones que he tomado en mi vida personal y también de la posición que, como mujer, me obligaba a ocupar ante los hombres que quería. Me arrepentiré toda la vida de no haber sacado la cara por mí misma cuando tuve la oportunidad. En cuanto a mi pasado profesional, no me arrepiento ni de la peor telenovela que he hecho. Agradezco que me hayan invitado a todos los proyectos en los que he participado. Lo que pasa es que no vivo colgada de los éxitos ni de los fracasos que he tenido. Me divierto más con lo que hago ahora: estudiar filosofía en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD (voy en octavo semestre) y, eventualmente, hacer algún personaje que me llame la atención.
CAMBIO: En la conversación con Mar Candela, dices que te parece absurdo y hasta peligroso que la gente “te siga” en las redes. Pero la dinámica de Twitter es esa. Entiendo que no es un dispositivo para monologar. ¿Por qué le dedicaste tanto tiempo a ese ejercicio salvaje de la polémica virtual?
M.R.dF. Abrí mi cuenta de Twitter en 2009. Me parecía muy entretenido aquello de tratar de decir lo más posible con una cantidad limitada de caracteres. Como ejercicio de raciocinio, ingenio y escritura era una diversión y, por supuesto, también la interacción directa con gente de todo el mundo. Por medio de esa red, en particular, conseguí nuevos amigos y tuve acceso a personas admirables. Lo que pasó es que me empecé a cansar del ruido que yo misma estaba produciendo ahí. Una voz menos en el barullo no puede sino ser saludable. Para mí, lo divertido de Twitter no era tener “seguidores” (palabra horrible), sino la discusión pública en sí y también las lecturas colectivas. Podría haber seguido manteniendo solo eso, pero no es fácil estar en esa red y no meter la pata como lo hice tantas veces. Por eso me parece peligroso. Si es cierto que hay gente que se influencia por las cosas que uno dice ahí, es mejor retirarse de la escena. También es una práctica de emancipación, pues me salí de todas y me siento vivir la vida pequeña –que es la única que tengo– fuera del radar. Ahora viene el “sin embargo”: sin embargo, conservo mi página margaritavasola.com como un medio para seguir publicando lo que escribo en un lugar donde se practique “el arte de la demora”, ya sea sobre mis textos o videos, o los de quienes me interpelan de manera menos reactiva y más reflexiva.
M. R. dF.
CAMBIO: Tengo un lejano recuerdo de hablar con tu mamá sobre una idea de la belleza que hoy debe sonar anacrónica. Pero hoy (no sé si por el paso del tiempo, no sé si por tanta reivindicación de las ideas por encima de las formas) pienso mucho en cierta necesidad de las mentiras de la belleza. ¿Te puedo preguntar cómo asumes la idea de “lo bello” hoy?
M.R.dF. Cuando me preguntan por la belleza, generalmente lo hacen refiriéndose al cuerpo de las mujeres, pero nunca al concepto filosófico de extrema complejidad que, de por sí, es. En cuanto al primer punto, me he movido bastante con respecto a cómo he asumido mi belleza física. Según mis propios cánones, yo era más bella antes, pero me siento más contenta y relajada ahora; no extraño ni un centímetro de ese cuerpo y esa cara en los que ya no me reconozco. Me gusto más ahora, cuando me miro al espejo, aunque no me sienta bella. El drama de muchas mujeres que identifican belleza y juventud es querer congelar la representación que el médico y ellas tienen de lo que es ser bella y joven. El resultado es la congelación –esa sí, muy bien lograda– de ese rictus de terror a la vejez que trasluce en las caras de todas las viejas operadas.
CAMBIO: No soporto la agresividad. Y el tono de Mar Candela cuando dijo que tu posición de retirarte de las redes era “ridícula”. ¿Te gusta el tono agresivo de los debates contemporáneos? ¿No te parece que esta “generación de la paz” es poco pacifista?
M.R.dF. Creo que me retiré de las redes porque no soportaba más la reactividad mía y la de los demás. No estoy segura de que vivir en paz sea una meta alcanzable; creo, más bien, en entrenar la capacidad de vivir en el conflicto sin que eso signifique eliminar al otro. Ahora, hay maneras de transitar el conflicto y pilotear las emociones que se generan por cuenta de él. Yo opto por la autoobservación constante y por eso no soy muy buena para pelear con nadie.
CAMBIO: Hace ya 13 años hicimos A solas, tu única experiencia “teatral”, por llamarla de alguna manera. Fue una obra concebida a tu medida. ¿Cómo te imaginarías esa obra hoy, con dicho formato, teniendo en cuenta la rebelión actual de tu pensamiento?
M.R.dF. 
Qué buena oportunidad me das, mi amado Sandro, para agradecer el bello trabajo de dirección que hiciste en esa obra, aunque fuera alcahueteando mi viaje narcisista. Sé que se puede definir con más benevolencia, como vos lo hacías en las entrevistas, algo así como “el viaje hacia el interior del universo de una artista”. La verdad es que estaba muy ansiosa todavía por demostrar cosas; como cuando, de niña, le dije a mi psicoanalista, Florentina Londoño, en la primera cita: yo sé cantar, sé bailar, sé tejer, sé dibujar y me va bien en el colegio. Hoy, no creo que haría una segunda versión de A solas. Si lo hiciera, me burlaría de la misma obra y cometería todos los errores posibles, con inmensa alegría.
CAMBIO: Después de tu interrumpida labor como columnista de El Tiempo y la publicación de tu libro El hombre del teléfono tus lectores constatamos una pluma firme que, al parecer, no va a detenerse. ¿Qué estás escribiendo ahora? ¿Qué vas a publicar?
M.R.dF. Un libro que se llama también Margarita va sola y que, como El hombre del teléfono, se escribió sin darme cuenta. Es decir, ninguno de los dos fue concebido para publicarse. Esta vez se trata de un grupo de textos que reúne columnas que escribí para diferentes medios, y también ejercicios de escritura inéditos que he ido acumulando, y que no podría clasificar con exactitud. Son diarios, anécdotas, diatribas, reflexiones patafísicas, y hasta cuentos que aparecen articulados en un solo cuerpo sin seguir un orden cronológico. Cuando se lee de corrido, parece una historia con su propia lógica interna que, si no es por la editora de Penguin Random House, Carolina López, no habría descubierto nunca. Se lanzará en la próxima feria del libro de Bogotá. Siempre me curo en salud aclarando que no me siento escritora, pero sí actriz, aunque cada vez actúe menos y escriba más.
CAMBIO: Nosotros hemos transitado del celuloide y del video análogo al mundo digital. ¿Cómo ves el mundo audiovisual hoy? ¿En qué proyectos has estado trabajando?
M.R.dF. 
No veo casi series ni películas. Pero me alegra que ya no haya diferencia entre la calidad visual de unas y otras. El mundo audiovisual, como vos lo llamás, comprende mucho más que eso, desde luego. Pero si me remito a lo que me concierne, me parece que ya todo es televisión buena, regular y mala. Ya estoy hablando como una vieja y algo peor: una vieja que no sabe de cine. Pero desde ahí te digo que la sacralidad del set cinematográfico desapareció con las cámaras para películas de 35 milímetros. El vértigo que producía ese carácter casi absoluto de las tomas fue el motor de momentos y piezas de arte irrepetibles.
Hice un papel en la serie Verne de Disney plus (que todavía no se ha estrenado) y hace pocos meses terminé de filmar El paraíso, una película italiana dirigida por Enrico María Artale. En la primera, interpreto a una abuela aventurera, descendiente de Julio Verne, que quiere salvar a la humanidad de la mano de su nieto favorito. En la segunda, hago una mujer muy chiflada que tiene una relación medio incestuosa con su hijo.

CAMBIO: Te confieso que he disfrutado mucho la reemisión de Café con aroma de mujer, 28 años después. La he comentado con “televidentes” jóvenes que la siguen con sorprendente entusiasmo. Ver la novela en bloques de hora y media diaria es muy distinto a los capítulos de media hora de los años noventa. ¿No te sorprende que nuevas generaciones se conecten con una historia que pareciera concebida para un mundo que ya no existe? ¿Desconfías de la eficacia del melodrama?
M.R.dF. (Risas). Más me sorprende imaginarte a vos sentado tomándote tu sopa y viendo una telenovela. Sí es cierto que hubo un alineamiento mágico y misterioso en esa historia y en todo lo que tuvo que ver con su realización. Todos los que participamos lo sentíamos. Desde que leí la primera página del libreto me dio un vuelco el corazón. Gaviota existía y yo lo supe ahí mismo. Había libretista, director, música, actores, diseñadora de vestuario (mi madre, Mercedes Baquero), paisaje, humor, belleza, todo. No sobró ni faltó nada. En cuanto al melodrama, pues, qué querés que te diga, ¡es mi fuerte! Soy una actriz experta en eso. También te confieso esto con mi alma: gozo más actuando en una telenovela que economizando gestos y emociones en el cine. Con esto no quiero decir que me gusten más las telenovelas como producto. No desconfiaré jamás de la eficacia de la buena lágrima de un actor, indispensable elemento melodramático.
CAMBIO: A veces pienso que hay un aparente desequilibrio entre tu posición política, gregaria, solidaria, participativa y tu progresiva reivindicación del aislamiento (A solas, Margarita va sola…) ¿No te parece que la segunda actitud pone en tela de juicio la primera?
M.R.dF. Mi posición política es filosófica. Soy cultora del silencio (a veces no aguanto ni la música) y cada vez lo busco más. Esto no ocurre porque me lo hayan recomendado, sino porque mi ser (o como se llame, alma, espíritu, naturaleza) tiende a eso con mucha fuerza. Se pueden exponer ideas y participar del debate colectivo sin necesidad de sacrificar un tesoro tan grande como es el placer del silencio, que inmediatamente me remite a un estado pleno de soledad. Por eso no acepté ser senadora ni cónsul en Miami, como me lo propusieron. No tengo el talento, ni la vocación, ni la capacidad para la acción política en términos de activismos duros, militancias y contacto directo con las personas, pero sí el impulso de pensar la política conceptualmente. Eso sí me apasiona.
CAMBIO: Ya han pasado un poco más de cinco meses del gobierno de Gustavo Petro. ¿Está llenando tus expectativas? ¿No sientes el peligro de que la cultura se instrumentalice ante las urgencias ideológicas del Gobierno?
M.R.dF. Creo en el modelo de mundo que Petro concibe. El problema que él tiene como gobernante se relaciona con el fundamento del que te hablé en la respuesta a la primera pregunta que me hiciste. Y él (el presidente más lúcido y valiente que hemos tenido) lo sabe perfectamente. Me refiero a que dentro del paradigma universal de la lógica del enemigo –que es la que genera todo tipo de fragmentaciones como las jerarquías, las explotaciones, los colonialismos, las segregaciones, los imperialismos, los géneros, etcétera– sus propuestas se contraponen a ese orden hegemónico que han perpetuado las grandes potencias económicas y que, si continúa, nos llevará a la aniquilación. Petro plantea un mundo que colabore en bloque para potenciar la vida; está dando todos los pasos que pueden iniciar ese largo proceso. Lástima que tenga que concederle cuotas políticas a los de la lógica del enemigo porque no hubo mayorías del progresismo en el Congreso. No sé a cuáles “urgencias ideológicas” te referís. Yo, por el contrario, veo en el presidente Petro una urgencia por desideologizar la vida y ponerla como un valor central de nuestra cultura. Para mí la cultura no solo es el conjunto de manifestaciones artísticas y sus políticas de apertura y comercialización, sino un saber ético integrador y respetuoso de las diversidades que componen a Colombia, y que se refleja en nuestros hábitos, costumbres, y modos de alegrarnos, entristecernos y registrarnos los unos a los otros.
CAMBIO: ¿Te parece que las agendas de las distintas posturas del feminismo a nivel mundial van por el camino correcto? Más allá de la aceptable justificación de los siglos de opresión machista, ¿no te parece que hay una peligrosa agresividad que va en contravía con las ideas de paz que la humanidad progresista intenta construir?
M.R.dF. Yo no sé cuál es el camino correcto con respecto a absolutamente nada. Sí te puedo decir que me preocupan las descalificaciones que se producen en los debates donde se supone que las partes están dispuestas a escucharse. Cualquier posición que quiera establecerse como una verdad incontestable me despierta mucha sospecha. Y son esas posiciones fuertes y sólidas, que tanto gustan a los totalitarismos, lo que suscita la intransigencia y la agresividad. Cuando me percibo a mí misma tendiendo a eso (me ha pasado con el feminismo), me sacudo y me salgo. Hoy veo más salud en la desidentificación y en el nomadismo conceptual.

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