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Rafah (Egipto), 31 oct (EFE).- El sentimiento de hermandad y solidaridad con el pueblo palestino inunda desde hace semanas los alrededores del paso fronterizo de Rafah, que conecta el norte del Sinaí egipcio con la Franja de Gaza, dónde numerosas banderas palestinas y egipcias adornan las decenas de camiones que aguardan el permiso para acceder al enclave cargados con ayuda humanitaria.
Rodeados de los colores verde, rojo, negro y blanco, voluntarios de todas las edades, pero especialmente jóvenes, acuden todas las mañanas para participar en la recogida de los cargamentos de ayuda de emergencia que llegan al aeropuerto de Al Arish, y que posteriormente cargan en los camiones que cruzarán la frontera tras una inspección por parte de las autoridades israelíes.
“Estoy aquí para mostrar mi apoyo a las familias palestinas en Gaza y también para defender nuestro país”, dijo a EFE Mustafa Muftah, un joven activista miembro de la ONG Life Maker, que empezó a colaborar en la distribución de la ayuda de emergencia desde que Israel permitió los envíos hace diez días.
A sus espaldas, sus compañeros corean “Palestina libre”, mientras él comparte el sentir general de todos ellos: “No queremos más víctimas palestinas, no queremos víctimas, no queremos ninguna guerra… Pero también queremos dejar claro que defenderemos nuestra tierra”, afirmó ante el temor de que la escalada del conflicto afecte directamente a territorio egipcio.
“Desde aquí vimos misiles, explosiones… Estamos a 1.000 metros de los ataques”, indica rotundo, mientras detrás de él esperan decenas de camiones listos para cruzar el paso y entregar la ayuda que posteriormente distribuirán organizaciones sobre el terreno.
La satisfacción por “ayudar al pueblo hermano” se mezcla con el dolor de las imágenes y testimonios que llegan del enclave, bajo incesantes bombardeos israelíes desde el pasado 7 de octubre, como respuesta al ataque del brazo armado del grupo islamista palestino Hamás contra Israel.
Así lo comparte Omar Khaleed, un chico de poco más de 20 años, voluntario de la organización Haya Kareema, que desde hace diez días participa en el empaquetado y la organización de los lotes de alimentos, agua y suministros médicos.
“Nos encargamos de que todo el proceso se cumpla de forma rápida, ágil y eficaz para que la ayuda llegue cuanto antes”, dice orgulloso de formar parte del equipo que “está viviendo unos hechos trágicos que pasarán a los libros de historia”.
El presidente de la Media Luna Roja del Norte del Sinaí, Khalid Zaid, detalló que estos jóvenes, junto a decenas de compañeros, se han encargado de toda la cadena logística para que la ayuda humanitaria cumpla con su cometido.
“Descargan esto de aviones, que ya son más de 60, y categorizan su contenido para separar los medicamentos y la comida, que después vuelven a cargar otros camiones ya para pasar el cruce”, explica.
Zaid agradece la implicación de cada uno de los participantes que se dejan la piel a pesar de las dificultades: largas jornadas de trabajo para que, después, la inspección israelí en el paso fronterizo de Al Awqa, a 50 kilómetros al este de Rafah, retrase la entrega.
“Tenemos más de mil voluntarios en el norte del Sinai que hasta el momento trabajaron más de 70.000 horas continuas desde el 7 de octubre”, remarcó el responsable de la organización.
Pese a la participación e implicación, lamentó que la entrada de ayuda se limite a una media de 20 camiones diarios, a lo que suma “las largas horas de inspecciones” como principal obstáculo para llegar a su propósito: “Estamos dispuestos a mover hasta 500 camiones al día”.
A todo ello añade su principal reclamación: que se aplique el Derecho internacional humanitario para poder abrir el cruce por completo con el fin de aumentar el número de camiones que entran en la Franja de Gaza.
Zaid habla emocionado, rodeado de voluntarios y periodistas que acudieron este martes al paso de Rafah con motivo de la visita de primer ministro egipcio, Mustafa Madbuli, que ha permitido a la prensa afincada en El Cairo acudir a la zona por primera vez desde el estallido del conflicto, dado que su acceso está vetado “por cuestiones de seguridad”.
Tras él, está el religioso Abdelkarim Badawui, representante del Consejo Egipcio para Familias en el Sinaí, quien dice que no se ha perdido ni una jornada de reivindicación y rezo por Palestina; defiende dos Estados, israelí y palestino, para poner fin al histórico conflicto, que en estas tres semanas ha dejado más de 8.000 muertos palestinos y 21.000 heridos en la Franja, según autoridades de Gaza.
Todos ellos comparten espacio, pero también esperanza en alcanzar un acuerdo que ponga fin a la guerra. Mientras tanto, se muestran determinados con que seguirán día y noche organizando la ayuda para llevar “un poco de alivio” al otro lado de la valla fronteriza.