Mónica, en medio del trance que le genera inhalar pegante, enciende una chispa para alucinar y ver a su abuela, abrazarla y poder pasar una navidad por fin feliz. Esta escena impactó en 1998 a los colombianos que fueron al cine a ver ‘La vendedora de rosas’, película del director antioqueño Víctor García.
La cinta fue proyectada en el Festival de Cannes y nominada a una Palma de Oro, debido al gran trabajo cinematográfico. En Francia los actores, Giovanni Quiroz “El Zarco” y Lady Tabares “Mónica” recibieron elogios y pudieron caminar por la alfombra de la premiación, en un momento más de realismo mágico de la historia audiovisual colombiana.
Esta película rompía el paradigma del cine colombiano al usar actores reales, narrando una historia de ficción con tintes de falso documental y permitió a los espectadores ver a la cara la pobreza y violencia de la Medellín de la década de los noventa.
‘La vendedora de rosas’ está inspirada en un cuento de navidad
La imagen de Mónica alucinando en una noche de navidad en Medellín tiene un origen con casi 200 años de historia. En 1845, el danés Hans Christian Andersen publicó el número 37 de su colección de cuentos con el título de ‘Den lille Pige med Svovlstikkerne’ o ‘La niña de los fósforos’, en español. Un cuento que retrata a una pequeña niña pobre que, en medio de una fría noche de navidad, alucina y encuentra un poco de calor en las últimas cerillas que tenía antes de sucumbir al frío y morir en soledad sin que a nadie le importe, al igual que Mónica.
Y es que el director Víctor Gaviria, marcado por la historia de Andersen -que leyó luego del regalo de grado de bachiller del colegio Calasanz- decidió ampliar la visión del danés y agregarle elementos crudos que plasmó en la cinta.
En el pódcast ‘Hecho en Colombia’ que relata el detrás de cámaras de las películas colombianas, el director paisa explicó que, al llegar a un instituto de recuperación de niñas de la calle en Medellín se encontró con las “hermanitas” de la vendedora de cerillas, por lo que buscó la forma de ampliar la historia y agregar su visión de las calles.
“Nosotros nos encontramos con unas niñas que son ‘hermanitas’ del personaje del cuento de Andersen, pero el cuento de él tiene pocos elementos y obviamente no con una ciudad como Medellín y no está el Zacol”, contó el director.
Gaviria usó la droga como ese elemento “mágico” para hacer alucinar a la protagonista de la película, al igual que Andersen usó los fósforos para lograr lo mismo con la pequeña niña del cuento invernal.
“El cuento de la vendedora de cerillas es un cuento mágico (…) Con el vicio del pegante, que es un vicio de muchas ciudades latinoamericanas y cuando uno ve esos niños ensimismados, aspirando eso, lo interpretamos como un acto mágico de búsqueda de retorno hacia las fuentes originales del amor de la mamá. Ese elemento de la realidad, un elemento que es un vicio sirvió para poder hacer la adaptación del cuento de Andersen y hacerla la sustitución del elemento de las cerillas”, recordó.
La protagonista de la niña de los cerillos murió en el frío de una calle indolente, en medio de la mirada de todos y la tristeza del abandono, historia que se repetiría más de 100 años en las calles de Medellín con ‘La vendedora de rosas’.
¿Cómo encontró Gaviria a Mónica y a Lady Tabares?
En 2021 RTVCPlay reunió a Víctor Gaviria con Lady Tabares para recordar el rodaje de ‘La vendedora de rosas’.
Mónica Rodríguez fue una niña que habitó las calles de la capital Antioqueña y que, por razones del destino, terminó topándose con el director de la cinta. Su forma de ser y actitud la llevó a ser considerada para el papel principal, pero la demora de la producción hizo que no pudiera ocupar el rol que finalmente obtuvo Lady Tabares, una niña a la que conoció en un Instituto Religioso en el que estaba viviendo.
Cuando iniciaron las grabaciones, la Mónica de la historia real acompañó los primeros días al equipo de rodaje y los demás niños de la producción, pero una bala segó su vida a los 17 años, por lo que nunca pudo ver su vida plasmada en la pantalla de cine.
En ese reencuentro, Lady Tabares mostró el pequeño vestido verde de Mónica, que aún conserva del rodaje de la película. El vestido lo usó su personaje, durante la noche de Navidad, en la que a causa del ‘pegante’ tiene alucinaciones con su madre y es con el que, finalmente, muere en la casa abandonada.
La historia de la vendedora de cerillos se convirtió en un clásico de la literatura infantil y a su vez inspiró una de las películas referentes del cine colombiano y que se quedó en el imaginario colectivo de todos.
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