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Litigar o prevenir, enfoques del derecho que se articulan

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En el ejercicio del derecho, los servicios jurídicos pueden dividirse en dos grandes ramas: los litigiosos y los no litigiosos, cada uno con enfoques, objetivos y desafíos claramente diferenciados.

Según Daniela Corchuelo, socia de la firma Posse Herrera Ruiz, el acompañamiento jurídico en materia litigiosa implica representar a una parte dentro de un conflicto que se somete a decisión de un juez o un tribunal arbitral. Sin embargo, en la práctica de su firma, también hay un fuerte énfasis en la prevención, interviniendo incluso antes de que surja la disputa, por ejemplo, en la redacción de cláusulas contractuales o durante negociaciones complejas.

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Desde una mirada complementaria, Manuel Alejandro Plazas, abogado en la Unidad de Derecho Laboral y Seguridad Social en Scola Abogados, explica que los servicios jurídicos litigiosos se centran en representar al cliente a lo largo de un proceso judicial o administrativo.

Esto abarca desde el análisis inicial del caso, pasando por la negociación previa al juicio, la elaboración de demandas o contestaciones, la representación en audiencias, la interposición de recursos e incluso la ejecución de sentencias”, dice Plazas.

Abogados

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A su juicio, el litigio gira en torno a una pretensión: una parte busca que se reconozca un derecho -económico, legal o ambos- mientras la otra se resiste a ello.

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Por contraste, los servicios no litigiosos comprenden una consultoría jurídica que se desarrolla fuera del marco de un conflicto formal. Corchuelo señala que este tipo de asesoría abarca temas regulatorios, constitución de sociedades, trámites administrativos, obtención de permisos y redacción de contratos, todo con el objetivo de anticipar y evitar problemas legales.

Plazas coincide en que esta rama se enfoca en la prevención, estructuración legal y cumplimiento normativo. Las actividades incluyen la redacción de documentos, asesoría legal, negociación de acuerdos, gestión de trámites y acompañamiento en la planeación estratégica de negocios.

Diferencias clave

La principal diferencia entre ambos enfoques radica en la existencia -o no- de un conflicto que requiere intervención de un tercero.

En lo litigioso, el objetivo es resolver una disputa por medio de una decisión judicial. En lo no litigioso, se busca evitar que los conflictos escalen, garantizando legalidad, orden y viabilidad jurídica desde la raíz. Los abogados que se desempeñan en una u otra especialidad también desarrollan habilidades particulares.

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Abogados

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Corchuelo explica que el litigante debe tener gran capacidad de argumentación, oratoria y reacción ante lo inesperado, “mientras que el abogado no litigioso necesita visión estratégica y capacidad para articular múltiples variables empresariales, regulatorias y fiscales. Ambos comparten habilidades transversales como la empatía, el análisis jurídico riguroso y una comprensión profunda del negocio del cliente”, agrega.

Aunque tradicionalmente un abogado podía trabajar indistintamente en ambas áreas, hoy el mercado ha exigido mayores niveles de especialización. Aun así, muchos litigantes deben estar familiarizados con temas no contenciosos para entender con mayor precisión el origen de las disputas y anticiparse a sus consecuencias.

Retos y desafíos

Los retos también varían. En lo litigioso, el mayor desafío es la incertidumbre: el resultado depende de múltiples factores, muchos fuera del control del abogado, por lo que se requiere resiliencia, claridad en la comunicación con el cliente y gestión adecuada de expectativas. En lo no litigioso, el reto está en equilibrar la protección jurídica con la viabilidad comercial de cada operación. Además, cuando las operaciones involucran actores internacionales, se deben considerar diferencias legales y culturales, y estar en sintonía con los estándares globales.

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Evitar el litigio es posible cuando hay una planeación jurídica sólida. La claridad en los contratos, las buenas prácticas en la ejecución de acuerdos y el uso de mecanismos como la conciliación o la mediación son formas efectivas de prevenir procesos judiciales. Pero cuando la disputa escala, el litigio se vuelve inevitable.

Finalmente, ambos expertos coinciden en que los futuros abogados deben prepararse con una formación jurídica robusta, pero también con habilidades blandas como trabajo en equipo, empatía, comunicación efectiva y en el manejo de herramientas tecnológicas.

NELSON DORIA ARCILA
​neldor@eltiempo.com

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