Desde el 18 de noviembre, y durante aproximadamente dos meses, se exhibirán en Caliwood el museo de la cinematografía, ubicado en el oeste de Cali, 85 fotografías de la perdida película María.
De esta producción de 1922 solo se salvaron, a lo largo del tiempo, 25 segundos de largometraje. Las fotografías que presentará el museo abren una nueva ventana para vislumbrar lo que fuese el primer largometraje de ficción del país.
De igual forma, la exposición cuenta con un mural donde se encuentran las noticias que diferentes periódicos locales y nacionales hicieron sobre la premier que tuvo la película en el Teatro Salón Moderno de Cali.
En honor a los 100 años de este estreno que transformó el cine nacional, Colombia Visible habló con Hugo Suárez, fundador y director de Caliwood, el museo de la cinematografía, sobre cinco curiosidades de este hito cinematográfico.
“Si ahora es bien difícil producir un film, no me imagino cómo sería hace 100 años, cuando acababa de aparecer la energía eléctrica y debía de ser una odisea de dos o tres años traer una cámara para filmar, sumándole el posible desconocimiento que había sobre cómo se manejaba esa máquina”, comenta Suárez.
Por fortuna, el destino parecía querer que ese sueño llamado María se llevara a cabo.
Por aquella época, en Buga y Cali se juntaron ocho personas para armar y fundar la compañía productora que se encargaría de filmar la película.
Quienes tuvieron la iniciativa, según Suárez, fueron el fraile Antonio José Posada Jaramillo y el director chileno Alfredo del Diestro.
También jugó un papel importante Felipe Federico López, quien fue cónsul de Colombia en Jamaica y, tras la muerte de su esposa, volvió a su país natal, para instaurarse en Buga con sus hijos.
En este municipio, López conoció al padre Posada, de quien se hizo amigo y con quien viajó a Panamá, para convencer al fotógrafo español Máximo Clavo de filmar la película María, en al Valle del Cauca.
Calvo había demostrado tener gran experiencia con el manejo de las cámaras. Había llegado en 1902 a Balboa, cerca del canal de Panamá, y ahí montó un estudio fotográfico, hizo una película sobre la guerra entre Panamá y Costa Rica y realizó numerosos noticieros. Por eso era importante contar con él para la producción de María.
Finalmente, fueron los dos extranjeros de la compañía, el español Máximo Calvo y el chileno Alfredo Del Diestro, quienes fungieron, respectivamente, como director y como diseñador de la puesta en escena y la escenografía.
Constituido el equipo de trabajo, el fundador de Caliwood comenta que Calvo compró aproximadamente 12 mil pies de película para grabar María. Aunque estos fueron gastados en su totalidad, solo se editaron 10 mil pies, con los que se crearon los 12 o 13 carretes que se utilizaban para proyectar el film.
“Esa era una medida usual de un largometraje mudo de la época. Para mí se juntaron los astros y se dieron las condiciones para que en seis meses se filmara esta película que tendría de duración casi tres horas”, comenta Suárez.
Para Suárez, la película María tuvo la ventaja de que no se tendría que grabar sonido, ya que este invento aún no había llegado al país.
“Considero que eso hacía que las grabaciones fueran más histriónicas. Eran películas donde, sobre todo, se montaban escenas y creo que por eso tenemos la colección de fotografías que muestra hoy en día el museo”, comenta.
Suárez indicó que para rodar la película se usó una cámara Williamson fabricada en Inglaterra y traída por los hermanos Di Domenico, “los grandes precursores de la proyección de películas en Panamá y Colombia, desde 1910 hasta 1930”, señala.
Esa cámara era manual y había que mover una manivela para grabar. Pero, el director de Caliwood explica que tenía una ventaja: si se le agregaba un accesorio, la película se podía filmar y luego revelar dentro de la misma caja.
El director de Caliwood aclara que Calvo, director del film, fue quien se encargó de revelar y elaborar las tres copias que tuvo la película. Todo lo hizo en la Hacienda El Paraíso, lugar donde se realizó la filmación.
“Él lavaba la película en el arroyo que pasa por la hacienda. Decía que esas aguas cristalinas eran maravillosas para el éxito del film y este nunca tuvo comentarios negativos sobre cómo se veía”, dice.
“Una película basada en la novela María, con el hilo romántico de la escritura de Jorge Isaac, traducida a la pantalla de plata, en un teatro en 1922, para mí tuvo que haber sido un suceso realmente impactante. Por eso, cuando esta se estrenó en el Valle del Cauca y, luego, en 1923, se presentó en la mayoría de las capitales de Colombia, no es de extrañar su importante éxito económico”, considera Suárez.
No obstante, el éxito en taquilla y las buenas críticas no lograron evitar las peleas.
Según lo que el equipo de Caliwood logró descubrir a partir de los textos y fuentes a las que recurrieron para preparar la exposición, Alfredo del Diestro, quien estuvo encargado de escribir el guion, tuvo una fuerte y profunda discusión con Máximo Calvo, el director, por los créditos que nunca le dieron.
“Hay un periodista que hace un recuento y dice que Del Diestro se fue porque en los intertítulos de la película no se le dio el crédito por haber hecho el guion. Él prefirió vender las acciones que tenía en la empresa e irse”, explica.
La vida de Del Diestro, sin embargo, fue provechosa en el cine. Estuvo en Estados Unidos, en Hollywood, donde trabajó cuatro años en nueve películas como actor de reparto, en el cine hispano de California entre 1930 y 1934.
Después estuvo en México, donde se casó con Emma Roldán Reina, a quien conoció en el rodaje de María, ya que fue ella quien diseñó los vestuarios para el elenco.
La película basada en la novela homónima de Jorge Isaacs tuvo una gira por diferentes teatros nacionales, ubicados, mayoritariamente, en las capitales de Colombia.
Pero en ese periodo, a finales de 1922 y principios de 1923, los productores y propietarios de la película tuvieron una serie de problemas con la familia de Isaacs.
Resultó que los productores registraron la película como de su propiedad ante un ministerio colombiano, aunque el guion estuviera basado en una novela.
Dado que el ministerio les brindó los derechos, ellos podían proyectar el film sin la autorización de los herederos de Isaacs y cobrar todas las regalías para ellos.
“Entonces la película se presentaba en un teatro y los descendientes de Isaacs iban y la embargaban. Pero la autoridad, por los derechos que le habían reconocido a los productores inicialmente, devolvía la película y esta se volvía a proyectar sin problema”, narra Suárez.
Bajo ese sistema se siguió presentando la película en los teatros nacionales, hasta diciembre de 1924, año en el que los productores hicieron una transacción con los herederos de Isaacs: se firmó una escritura pública en una notaría de Bogotá y les pagaron 15.000 pesos.
Según Suárez, que es abogado de profesión, hay muchas “cosas peculiares” en los estatutos de la empresa que grabó María.
El más sorprendente de todos es que, aparentemente, “los socios fundadores pactaron que, cuando la película no se fuera a exhibir más, la destruirían. No podían quedar copias de esta si no iba a tener más explotación comercial”, explica el director de Caliwood.
En total se crearon 12 copias. Tres para las proyecciones nacionales y nueve para proyectarla en el exterior, específicamente en Perú, Ecuador y Chile.
“De las tres colombianas solo sobrevivió una, pero hasta 1973 o 1974. La tenía Máximo Calvo escondida bajo su cama, pero cuando él falleció, su yerno decidió quemarla porque le fastidiaba el olor”, narra Suárez.
Los únicos 25 segundos que sobrevivieron de esta película histórica, que tuvo casi tres horas de duración y cuatro mil metros de rollo, no se sabe a cuál de todas las copias pertenecieron.
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