A una semana de que el país conozca cómo arrancó el mercado laboral en 2025 y con los datos consolidados de lo que sucedió en el año pasado en este aspecto, el desempleo y la informalidad laboral son dos temas que llaman la atención de los expertos en la materia, dado que si bien la economía está aguantando, la generación de nuevos puestos de trabajo, formales, parece que se está estancando.
Si bien la desocupación se mantiene en un dígito, el hecho de que todavía la mitad del empleo que se crea en Colombia no goza de los derechos que exige la ley como un contrato formal, pagos parafiscales, afiliación a salud, pensión y riesgos profesionales o pago de las primas y cesantías, es una realidad que no se puede pasar por alto.
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Debido a esto, para Camilo Herrera, fundador de la firma Raddar, entender la informalidad laboral en Colombia debe ser una prioridad en medio de las diversas líneas de investigación que existen actualmente para comprender la economía del país desde la forma en la que se generan los recursos que mueven el desarrollo.
En este sentido, señala que en 2024, Colombia tuvo en promedio 22,9 millones de ocupados, de los cuales el 55,9% fueron informales, según el Dane, que, destacó el mismo Herrera, “define la informalidad considerando dos aspectos: el tamaño de la empresa en el caso de los independientes y la condición del puesto de trabajo para los asalariados”.
De esta forma, acotó, establecen cuatro categorías, comenzando por las microempresas (hasta 10 trabajadores), pequeñas empresas (de 11 a 50), medianas empresas (de 51 a 200) y grandes empresas (más de 200). Este economista se dio a la tarea de revisar la composición del mercado laboral en cada una de éstas y pudo constatar “dos grandes realidades” en el mercado laboral.
Informalidad,
“En primer lugar, el 41% de los ocupados en Colombia son autoempleados y el 55,9% de los ocupados son informales”, dijo inicialmente Herrera.
Acto seguido, reportó que “las empresas medianas y grandes (más de 50 empleados) generan el 60% del empleo formal en el país, pero sólo emplean al 27,6% de los trabajadores. Esto deja claro que el problema de la informalidad está concentrado en las micro y pequeñas empresas, y sobre todo en el autoempleo”.
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Con esta realidad sobre la mesa, indicó que el verdadero reto a trabajar y que desde su perspectiva se está pasando por alto, es que pocas pequeñas empresas logran crecer y convertirse en medianas y deben contratar empleados según sus capacidades financieras para no irse a la quiebra.
“Además, muchos autoempleados son personas que no encuentran trabajo en el mercado formal y terminan rebuscándose. Por otro lado, los empleados de micro y pequeñas empresas muchas veces aceptan trabajos sacrificando la formalidad (64% de ellos)”, manifestó el fundador de la firma Raddar.
La informalidad se redujo para los hombres, pero aumentó para las mujeres.
Para este analista, el gran desafío es cómo hacer que estos empresarios contraten formalmente, cuando muchas de estas empresas ni siquiera son formales y legalmente no están obligadas a serlo y propone varias salidas para superar el tema, comenzando por formalizar las micro y pequeñas empresas.
“También crear más empleos y más empresas para reducir el autoempleo y fomentar una cultura en la que los trabajadores exijan ser contratados de manera formal. Este problema no ha cambiado mucho en años. La informalidad persiste porque se ha permitido que muchas empresas no sean formales, como una forma de proteger a los más vulnerables”, acotó.
El análisis cerró dejando sobre la mesa que la posible implementación de un sistema universal de salud y pensiones, podría llevar a que muchas personas continúen viendo la informalidad como una estrategia viable, confiando en que será el Estado quien asuma los costos. Pero advierte que, en última instancia, “esto implica que todos los ciudadanos terminamos pagando por un modelo que perpetúa la precariedad laboral”.
