Colombia se prepara para uno de los debates más importantes de su agenda legislativa este año, por cuenta de la reforma laboral, y mientras la atención pública se concentra en temas como la jornada nocturna, la estabilidad contractual o los recargos dominicales, un informe de Corficolombiana advierte que la discusión está dejando por fuera un tema estructural e importante: la productividad.
En el documento titulado “¿Y la productividad para cuándo?”, los analistas revisaron la evolución del mercado laboral colombiano desde una perspectiva crítica y pusieron sobre la mesa la idea de que mejorar el empleo de calidad en el país exige poner la productividad en el centro de la estrategia económica y laboral.
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Para César Pabón, director ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corfi, esto implica no solo crecer, sino crecer bien, es decir, orientar el crecimiento hacia sectores que eleven el valor agregado, impulsen encadenamientos productivos, generen empleos formales y bien remunerados, y contribuyan al desarrollo sostenible del aparato productivo.
“Entre 2019 y 2024, Colombia registró un crecimiento económico anual promedio del 2,5%, una cifra que habría sido apenas del 1,9% si no fuera por el dinamismo de tres sectores emergentes, que son entretenimiento, información y comunicaciones, y actividades financieras. Estos tres sectores crecieron en conjunto un 39,1%, muy por encima del 8,6% registrado por el resto de las actividades económicas”, manifestó.

Crecimiento Económico
Cortesía – A.P.I.
Si bien esto no es malo, el informe advierte que la composición de ese crecimiento genera dudas, ya que a diferencia de otros países de la región y del mundo, donde el sector de información y comunicaciones ha sido el motor de la transformación productiva, en Colombia fue el entretenimiento el que lideró el avance.
“Colombia es el único caso donde el entretenimiento ha liderado el avance de los nuevos emergentes, mientras que las tecnologías de la información han crecido a un ritmo más lento que en países comparables como Brasil o Chile. Esta trayectoria difiere también de la observada en economías avanzadas como Estados Unidos y la Unión Europea, donde el crecimiento pospandemia ha estado protagonizado por la información y comunicaciones”, indica el documento.
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Poco impulso
En este punto vale decir que el problema no es que el entretenimiento crezca, sino que su avance no se traduce en empleos formales ni en mejoras sostenibles. Por ejemplo, entre 2019 y 2024, mientras el valor agregado del sector creció 82%, el empleo apenas aumentó 1,2%. Dicho de forma simple, esto implica un aumento explosivo en la productividad aparente por trabajador que no necesariamente refleja una transformación estructural, sino posiblemente efectos coyunturales, digitalización acelerada o concentración de ingresos.
En contraste, las actividades financieras y los servicios de información y comunicaciones sí mostraron crecimiento en el empleo de 39,1% y 30,3% respectivamente y algunos subsectores, como el de desarrollo y consultoría informática, registraron aumentos de hasta el 95% en el número de ocupados.

César Pabón, director ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana
Cortesía
“Sin embargo, estos sectores enfrentan una limitante estructural por cuenta de su alta exigencia de formación. Más del 50% de sus trabajadores tienen educación superior, pero en el promedio nacional solo uno de cada cinco ocupados cuenta con formación universitaria”, indicó Pabón Camacho.
Esto evidencia una brecha que no se resuelve con decretos ni ajustes normativos, sino con una estrategia de largo plazo para elevar el capital humano, por lo que Corficolombiana insiste en que los servicios intensivos en conocimiento deben ser el objetivo central de la política laboral y productiva, porque son los que ofrecen mayor formalidad, mejores salarios, y efectos multiplicadores en otros sectores.
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De igual forma explicaron que la transición hacia esa economía de alto valor agregado no puede ni debe implicar el abandono de los sectores tradicionales y, en este sentido, resalta que industria y construcción siguen teniendo un peso importante, ya que representan el 21% del PIB y el 18% del empleo.
“La industria, en particular, se destaca por su alta formalidad relativa incluso con bajos niveles educativos entre sus ocupados. Además, cumple un rol clave en la generación de encadenamientos productivos, tanto hacia atrás como hacia adelante”, acotaron.
El Director de Investigaciones de Corfi agregó que, “según el Índice Rasmussen-Hirschman, que mide el potencial de dinamización económica de los sectores, la industria manufacturera es un sector clave mientras que la construcción es un sector impulsor. Esto significa que, al crecer, no solo generan empleo directo, sino que estimulan la actividad en otros sectores que les proveen insumos o servicios”.

Mercado laboral en Colombia.
Imagen generada con Inteligencia Artificial – ChatGPT
¿Qué hacer?
Ante todo lo anterior, el informe recomienda una doble estrategia que comience por aprovechar el dinamismo del entretenimiento como fuente de ingresos y consumo, pero sin perder de vista que el desarrollo sostenido exige fortalecer la industria, la construcción y, sobre todo, los servicios intensivos en conocimiento.
Esta visión contrasta con el foco limitado que ha tenido el debate laboral en Colombia, centrado principalmente en la forma de los contratos, la estabilidad y los recargos, al tiempo que desconoce flagelos como la persistente informalidad de un mercado, que en los últimos meses se ha caracterizado por un crecimiento constante del autoempleo, que supera el 40% del total de los ocupados en el país.
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Corficolombiana plantea que la verdadera reforma estructural no es la que regula más, sino la que habilita al trabajador a transitar hacia sectores de mayor valor agregado y explicó que “esto implica adaptar la regulación a nuevas formas de empleo, promover la movilidad laboral y, sobre todo, invertir en formación técnica y profesional alineada con las demandas del mercado”.
El informe concluye con un llamado a repensar la estrategia de desarrollo laboral del país, contando que no se trata solo de reducir la informalidad mediante mecanismos legales, sino de crear condiciones para que más colombianos puedan acceder a empleos en sectores más productivos. En palabras de César Pabón, “la productividad es el principal determinante del ingreso de un país en el largo plazo”.
En ese sentido, el debate legislativo que entró en su recta final en el Congreso esta semana debería aprovechar el impulso para discutir no solo una reforma laboral, sino una verdadera hoja de ruta para elevar la productividad, fortalecer el tejido productivo y garantizar empleo de calidad. Porque si el crecimiento no transforma, se agota. Y si el empleo no mejora la vida de los trabajadores, no cumple su función social.