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La 16° Cumbre de los BRICS tendrá lugar en la ciudad de Kazán, en la República de Tartaristán de la Federación Rusa en octubre de este año. El presidente Vladimir Putin oficiará de anfitrión para recibir a los restantes cuatro países fundadores (China, Brasil, India y Sudáfrica) más Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopia, Arabia Saudita e Irán que aceptaron la invitación para incorporarse como miembros que fue formulada en la Cumbre de Sudáfrica .
La realización de la Cumbre en Kazán representará un fuerte respaldo para el mandatario ruso. Podrá exhibir su capacidad de convocatoria a pesar de las sanciones impuestas por Europa y los Estados Unidos por la guerra con Ucrania y también mostrar los límites de la orden de arresto emitida por la Corte Internacional de Justicia el 17 de marzo del año pasado acusándolo del secuestro de niños, calificado como crimen de guerra.
Algunos miembros formularán consideraciones especiales insistiendo en que mantienen una posición neutral sobre el conflicto como sería el caso de Brasil e India, pero no será fácil eludir la responsabilidad de las fotos de salutación que recorrerán el mundo. Un acto que marcará la diferencia sobre las reticencias de dedicar un tiempo similar a Volodimir Zelensky y de justificar la invasión.
En su conferencia del 15 de diciembre, el presidente Putin afirmó que en la reunión de Kazán promoverá sentar las bases de un “sistema internacional justo” basado en documentos, incluyendo la Carta de las Naciones Unidas, para terminar con un orden de “reglas no escritas”. En la declaración del 1 de enero, con motivo de asumir la Presidencia de los BRICS, sostuvo que los miembros de los BRICS comparten la aspiración de formar un orden internacional multipolar y un sistema global financiero y comercial justo. En los párrafos subsiguientes sostiene que “nos concentraremos en ampliar la coordinación de la política exterior entre los miembros y buscar conjuntamente respuestas efectivas a los desafíos y amenazas a la seguridad internacional y regional”.
La insistencia en la declaración de crear un orden multipolar implica la exigencia, que comparte con China, de constituirse como uno de los ejes en contraposición al mundo unipolar. Si bien la multipolaridad es usada en los estudios académicos sobre política internacional para identificar la existencia de países de envergadura equivalente, en una declaración oficial representa una afirmación temeraria. La declaración del 12 de febrero de 2022, donde Rusia y China anuncian su alianza estratégica sin límites, es el antecedente inmediato sobre las intenciones al dividir el mundo en esferas de influencia.
La referencia a los desafíos y amenazas a la seguridad internacional pareciera ignorar que los tres conflictos simultáneos que conmueven al mundo tiene como actores principales a Rusia, China e Irán. La guerra de Ucrania iniciada el 24 de febrero de 2022, el persistente financiamiento iraní a Hamas en Gaza, Hezbollah en el Líbano, Houties en Yemen y la amenaza de invadir Taiwán para concretar la unificación solo han agudizado la inestabilidad, los riesgos de una conflagración mayor, la inseguridad alimentaria y un extraordinario aumento de los presupuestos militares que han restado recursos que podrían destinarse a la cooperación para el desarrollo y la financiación de la transición energética para el cambio climático. Todas aventuras de liderazgos nihilistas.
Las declaraciones del presidente Putin confirman que el objetivo principal de la convocatoria será obtener el respaldo para su política de enfrentamiento con Estados Unidos y Europa. En sus propias palabras, pronunciadas en ocasión del Consejo Mundial de los Pueblos de Rusia: “Me gustaría enfatizar que sin una Rusia soberana y fuerte, no será posible tener un sistema internacional duradero y estable”, confirma el propósito de alinear a los países miembros de los BRICS con su visión paranoica e imperial de la política exterior.