Bogotá, Barranquilla, Medellín y Cali fueron las cuatro ciudades en las que, según Acrip, este año hubo mayores aumentos salariales. También son las zonas donde el salario mínimo tiene menor poder adquisitivo, frente a otras regiones donde los sueldos rinden más porque todo es más barato.
Esta situación pone sobre la mesa una propuesta, que desde hace años se hace desde algunos sectores, relacionada con fijar salarios mínimos diferenciales, dependiendo de las regiones, el nivel de educación e incluso la productividad individual.
Es que una de las razones por las que han aumentado los salarios en estas ciudades es porque el dinero no alcanza debido al alto costo de vida y la elevada concentración poblacional.
Desde ese punto de vista, aunque la propuesta de un salario mínimo diferencial, parece viable económica y socialmente, ya que en términos económicos acerca más el ingreso marginal al costo marginal, llevarla a la práctica no sería tan fácil.
Stefano Farné, director del Observatorio de Mercado Laboral de la Universidad Externado de Colombia, considera que el control y la forma como se implementaría en el país un salario mínimo diferencial sería un trabajo muy enredado, con implicaciones sociales muy altas y con efectos desalentadores para millones de personas.
Una de las primeras trabas para llevar esta propuesta a la práctica es que legalmente el salario mínimo en Colombia no se puede bajar porque hay una ley de la Corte Constitucional, que obliga a que el aumento se haga con base a la inflación pasada.
Es decir que en caso de que se aprobara la propuesta, en ningún caso se podría bajar el salario para nivelar a las regiones o profesiones que menos ganarían, lo que implicaría que esa nivelación se haga por encima de la inflación. Esto produciría que el incremento del salario mínimo en términos reales en Colombia sea mucho mayor al que ya es, sin contar con los efectos para las empresas y los trabajadores que menos sueldo recibirían.
“Yo creo que no hay firmas que estén dispuestas a bajar sueldos del nivel de la inflación por el efecto que tiene sobre sus trabajadores, un efecto desalentador”, dice Farné.
Otro de los obstáculos que se presentaría si se decide implementar salarios mínimos diferenciados sería el de decidir las categorías.
“Desde el punto de vista económico me parece una solución eficiente en la medida de qué el número de salarios mínimo no sea muy elevado”.
Para Farné, en el caso hipotético de aprobarse una propuesta como esta habría que prestarle mucho cuidado a que el número de salarios mínimo sea lo suficientemente pequeño para no formar un ‘despelote’.
En ese sentido, Farné trae a la memoria el caso de Ecuador, país que tenía muchos salarios mínimos y en el que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomendó reducir por las implicaciones que tuvo este desorden en la economía.
“La propuesta parece tan fácil, pero llevarla a la práctica es muy difícil. Además tenemos muchas incógnitas en este momento, cómo lo haremos y qué controles deberían hacerse”, advierte el experto laboral.
ASÍ ERA EL MÍNIMO HACE 32 AÑOS Y ASÍ ES AHORA
Antes de 1983, el salario mínimo en Colombia estaba fijado por la actividad económica (manufacturas, comercio, servicios, transportes, etc) y por los sectores (rural y urbano) en los que un trabajador ejercía su labor. Sin embargo, para esa época, la frecuencia de los reajustes salariales era muy baja y un empleado podía mantener el mismo sueldo hasta por tres o cuatro años.
Sin embargo, hace 32 años ese modelo cambió y el salario mínimo se unificó en todo el país. En la actualidad, según la ley 278 de 1996, el sueldo básico de los trabajadores del país debe ser fijado tras la negociación de una mesa de concertación de la que hacen parte los empresarios, representantes de los trabajadores y el Gobierno Nacional, a través de Ministerio de Trabajo.
De acuerdo con esta ley, para determinar el reajuste se debe tener en cuenta el índice de Precios al Consumidor (inflación), la meta de inflación fijada por el Banco de la República para el año siguiente, el incremento del PIB, la contribución de los salarios al ingreso nacional y la productividad de la economía.
El cambio del modelo se dio a raíz de que legalmente todos los trabajadores del país tenían los mismos derechos y de paso para mantener la demanda y estimular así la economía.
Javier Acosta
Portafolio.co