La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), presentó este viernes -22 de noviembre- una desafiante panorama para los jóvenes en la región, en el que los cambios demográficos, el avance de la tecnología y las nuevas necesidades del mercado, obligarán a que se establezcan nuevas políticas laborales si no se quiere un aumento del desempleo en esta parte de la población.
En conjunto con ‘Ayuda en Acción’, una ONG especializada en generar oportunidades y desarrollo en Latinoamérica, los analistas señalaron que Colombia y sus países vecinos enfrentan un contexto donde los empleos tradicionales en agricultura y manufactura se están reduciendo, puesto que los jóvenes se preparan para desempeñarse en el sector de servicios y están cada vez menos interesados en el campo y las industrias.
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Debido a esto, según explican, la expansión de actividades de servicios, como el comercio, transporte, turismo, salud o cultura, entre otros, se está consolidando como un riesgo de que, a mediano plazo, la falta de políticas públicas específicas para enfrentar los desafíos del sector servicios conlleve un aumento en la precariedad laboral y el desempleo juvenil.
Matías Figueroa, director de Programa Europa de Ayuda en Acción, sostuvo que los gobiernos de esta parte del mundo todavía están a tiempo para generar procesos que ayuden a llevar esta transición, que también se vería impactada por aspectos como la baja natalidad, el medio ambiente y el envejecimiento de la población.
“Sin políticas públicas específicas para mitigar estos riesgos, las tasas de desempleo e inestabilidad laboral podrían crecer, sobre todo ante el impacto del cambio climático y otros procesos migratorios que intensifican la competencia laboral en zonas urbanas,” explicó Figueroa durante su presentación.
Problemas estructurales
En este evento también estuvieron la autora del informe y Oficial de la División de Desarrollo Social de CEPAL, Mariana Huepe, y el Consultor en la misma División, Andrés Espejo, quienes destacaron hay problemas estructurales en el mercado laboral de América Latina, para los que todavía no se tiene solución, pese a que está desde hace años.
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Algunos de estos flagelos radican en las desigualdades y lo que calificaron como una “situación de desventaja” de las personas jóvenes, en la que además de que sus esfuerzos para encontrar empleo deben ser mayores, cuando acceden a uno, generalmente las remuneraciones son menores y no cuentan con toda la seguridad social que exige la ley.
“Según los datos del informe, en 2022, más del 20% de las personas ocupadas entre 15 y 29 años reciben ingresos laborales menores a la línea de la pobreza y más del 37% reciben salarios menores a los mínimos nacionales. Esto tiene un claro efecto en la incidencia de la pobreza, siendo la infancia y la juventud las más afectadas”, señalaron.
Para poner un ejemplo de esta situación, los investigadores contaron que el 31% de las personas entre 15 a 19 años se encontraba en situación de pobreza, y el 8,5%, en situación de pobreza extrema. Estos porcentajes disminuyen a 22% y 5,7%, respectivamente, en la población entre 20 y 24 años, y a 21,5% y 5,6%, respectivamente, en la población entre 25 y 29 años.
“Ningún país ha logrado universalizar la finalización de la secundaria: las tasas de población adolescente con secundaria completa varían desde menos del 50% hasta el 90% en algunos países. Las desigualdades se intensifican en la educación superior y en las personas afrodescendientes e indígenas”, dice el reporte.
Por otra parte, las conclusiones del informe piden no pasar por alto que la productividad laboral de la región se ha estancado, y se proyecta una trayectoria negativa de crecimiento económico, lo cual a futuro se puede traducir en menos oportunidades para crear empleos formales y de calidad para los jóvenes.
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“América Latina es la región más desigual del mundo, y las disparidades se manifiestan, entre otros factores, en el acceso a la educación de calidad y a oportunidades de trabajo decente, lo que perpetúa círculos de pobreza y exclusión. A esto se suma el hecho de que la revolución tecnológica está transformando el empleo en América Latina, donde la juventud, más que la población adulta, está en riesgo de ser desplazada por la automatización”, destacaron.
Mirar hacia adelante
Si bien el panorama actual no es el mejor, desde la Cepal recomendaron no quedarse en los datos poco favorables y por el contrario, pensar en cómo generar procesos que ayuden a fortalecer estas debilidades, comenzando por saber qué tipo de empleos está demandando el mercado y cómo preparar a los jóvenes para que accedan a ellos.
Dicho esto, advierten que en 16 países de la región, más de 1,2 millones de jóvenes dejarían el sector agrícola, cerca de 640 mil dejarían el sector manufacturero y más de 1,8 millones ingresarían al sector servicios, sector que, en la región, se caracteriza por bajos niveles de productividad laboral.
“En este mismo escenario, el 70% de la juventud ocupada en 2030 se concentraría en los servicios públicos y empresas (34,6%), comercio (30,2%) y servicios básicos (6,4%). Mientras que un menor porcentaje se ubicaría en manufactura (13,3%), agricultura (8,2%) y construcción (7,4%)”, explicaron.
Con base en esto, sugieren trabajar en la formalización del empleo juvenil, reduciendo la informalidad mediante programas que ofrezcan protección social y mejores condiciones laborales. Además, recomiendan fomentar empleos de calidad en sectores estratégicos como tecnología, energías sostenibles y servicios públicos, áreas que brindan estabilidad y oportunidades de desarrollo profesional.
Otra prioridad para ellos es cerrar las brechas de género en el mercado laboral juvenil, promoviendo la equidad y garantizando la inclusión de mujeres en empleos de calidad y de igual forma se subraya la necesidad de fortalecer sistemas de información laboral, proporcionando datos confiables sobre las tendencias del mercado. Todo esto sin descuidar frentes como la inversión en educación y formación técnica, punto crucial en el cuidado del futuro de los jóvenes de América Latina.